La cobra de Bisbal a Chenoa en el concierto de Operación Triunfo no es nada comparada con la que Mariano Rajoy le ha hecho a Albert Rivera en las últimas semanas.
Primero se acercó a él para firmar las 150 medidas que le garantizaban el pacto de investidura, después tonteó un poco para que se creyera que lo quería, pero a la hora de la verdad, se entregó a su aliado natural en estos momentos, el PSOE, para pactar el meollo de la cuestión: el apoyo o la abstención a sus presupuestos. El oxígeno que necesita para vivir un año de tranquilidad más en esta complicada Legislatura.
En el fondo, el PP y el PSOE, se entienden muy bien, al margen de cuestiones ideológicas. Tienen la misma cultura política, se necesitan mutuamente para sobrevivir, y quieren eliminar a sus dos principales amenazas, por la izquierda y la derecha: Ciudadanos y Podemos. Instinto de supervivencia que se llama.
Los de Ciudadanos están que se suben por las paredes. Se creían que Rajoy se iba a echar en los brazos de sus 32 diputados para sacar adelante sus principales medidas, pero no ha sido así. En el fondo no se entienden, el PP no se fía de Ciudadanos.
En estos primeros compases de la vida parlamentaria, en el PP se han dado cuenta de que Ciudadanos no es de fiar, que todavía están en la adolescencia política y no saben guardar la confidencialidad de una negociación, ni la discreción con la que hay que moverse para llegar a acuerdos importantes. Con el PSOE no pasa los mismo, se mueven con los mismos códigos.
Por eso Rajoy, de entrada, ha pactado con el PSOE el techo de gasto, el déficit de las Comunidades autónomas y la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Todo ello para ganarse la abstención o el apoyo a los Presupuestos.
A Ciudadanos se le ha quedado cara de póker. Nadie cuenta con ellos para las cosas importantes y tampoco pueden criticar los pactos PP-PSOE porque eso es exactamente lo que han pregonado durante estos años. Lo que no sabían es que PP y PSOE, dos formaciones con mucha más trayectoria, se iban a aliar para dejarlos en evidencia.
Negro panorama para la nueva política si PP y PSOE deciden caminar juntos y ponerse a salvo del empuje de estos nuevos partidos, que poco a poco pueden ir quedándose en nada.
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