El asesinato ayer en Estados Unidos de 50 personas en un club gay es un crimen espantoso, además de injusto y miserable. Como lo son las matanzas de cristianos en Siria o Iraq, a manos de los terroristas radicales islámicos. Y no pasa nada por decirlo y condenarlo con todas sus letras y decir claramente, sin complejos, que una parte, por supuesto unos pocos fanáticos, empuñan las armas en el nombre de Alá en una guerra absurda y sinsentido contra los que no piensan como ellos.
Por esta razón, me resulta absolutamente ridículo, de una estúpidez supina , que el coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón, diga que esta matanza de Orlando es consecuencia del “heteropatriarcado”, en vez de apuntar directamente a quién ha reconocido su autoría. No, Alberto Garzón, es el mayor ejemplo de intolerancia al que un ser humano, por decir algo, puede llegar.
Realmente no entiendo porque la izquierda tiene tanto miedo a poner en el punto de mira de sus críticas al fanatismo musulmán y no repara en descalificaciones cuando se trata de atacar a la Iglesia Católica.
Una distinta vara de medir que refleja el sectarismo de algunos a la hora de atacar a unos, y defender a otros, o enmascarar su intolerancia.
Seguir a Paloma Cervilla en Twitter.
Otras entradas de interés:
¿Dónde irá el voto del 30% de indecisos?
Iglesias hace historia y da el “sorpasso” a Sánchez
Rivera, condenado a entenderse con Rajoy
Luz y agua para todos, ¡venga ya, Pedro Sánchez!
España
