En uno de los peores momentos por los que atraviesa el periodismo me ha producido una enorme y gratificante satisfacción leer la brillante lección que hoy nos da mi compañera Silvia Tubio en ABC, al desvelar, con documentos oficiales, no con fotocopias ni con interpretaciones espirituales sobre lo que alguien cree que dice un político y después reconocer que no es verdad cuando ya se le ha crucificado en la plaza pública, el escandaloso gasto que el secretario general de la UGT Andalucía, Manuel Pastrana, hizo con su Visa Oro, el mismo día que el sindicato aplicaba un ERE a 159 trabajadores.
Ese mismo día, el susodicho Pastrana se gastaba 1.252,75 euros en un viaje a Durban, Sudáfrica, donde se alojó en un hotel de lujo. Solo en una comida se gastó 852,35 euros. Pero hay más, en 2010, las tarjetas de crédito de la dirección regional del sindicato arrojaban un gasto de 423.000 euros.
Si yo fuera este señor ya me habría ido a mi casa, habría pedido perdón a los trabajadores que dice representar y devolvería el dinero.
Pero después de trabajar durante casi quince años en Andalucía, me temo que no pasará nada. Yo he visto muchas cosas, las comilonas de dirigentes socialistas en los mejores restaurantes de Sevilla, el despilfarro de dirigentes de sindicatos agrarios que utilizaban el dinero público para montarle manifestaciones al Gobierno del PP y la puesta en marcha de estrategias para montar empresas fantasmas y así poder cobrar las subvenciones europeas. Yo lo denuncié y la respuesta fue la coacción y la amenaza. Una mañana me levanté con las ruedas del coche pinchadas y con las puertas arañadas.
En aquellos tiempos no pasaba nada porque la bonanza económica lo perdonaba todo y todo el mundo quería vivir como un nuevo rico, sin serlo, pero hoy, cuando cuesta tanto trabajo ganar un sueldo, este despilfarro del dinero público debe ser castigado para que nunca más vuelva a repetirse.
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