Ciudadanos ha decidido que es el momento de asestar el golpe definitivo al Partido Popular y se ha unido a PSOE y Podemos para que la Comisión de Investigación que se va a abrir en el Congreso analice, sin límites, toda la corrupción que ha afectado a los populares.
El objetivo está muy claro: debilitar a los populares a lo largo de los tres años que restan para las próximas elecciones generales. Porque ¿qué partido puede resistir un desfile constante, un goteo de comparecencias de todos los suyos, a los que se les hará un tercer grado sobre todos los casos que han escandalizado a la opinión pública?
Albert Rivera sabe que si deja escapar a Rajoy y éste consigue estabilizar la economía y crear empleo, la gente dejará de lado la corrupción y votará más con la cabeza que con el corazón. Pero, si por el contrario, hace bandera de la corrupción y logra tener abierto en canal al Partido Popular, a lo mejor cala la idea de que él puede ser el nuevo Macron español en el que depositar la confianza que la gente ha perdido en los dirigentes populares.
Es un riesgo, porque Rajoy, como ha quedado demostrado, es un superviviente nato, pero a Albert Rivera no le queda otra. Si el Partido Popular gana los elecciones de 2020, estará muy claro que en los españoles pesa más el bienestar de sus bolsillos que la corrupción. Eso es lo que viene pasando en Andalucía desde hace cuarenta años.
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