Así es como se ha quedado el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y sus ministros, tras la ofensiva de Marruecos contra los saharauis. Y si no, que se lo pregunten a la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, que hoy se ha defendido como ha podido en la sesión de control en el Senado de la ofensiva que le ha lanzado la oposición, en forma de preguntas, para que condene la actuación de Marruecos en el desmantelamiento de los campamentos saharauis de El Aaiún.
Mucha quina ha tenido que tragar Trinidad, la cara más amable del Ejecutivo socialista, para tener que travestirse de la activista saharaui que fue hace años, cuando asistía a la manifestaciones de apoyo a esta población, a la ministra que no se atreve a levantar la voz contra Marruecos, “porque también tiene consecuencias” y recomienda esperar para no “especular” sobre lo que allí está sucediendo hasta que no haya datos oficiales.
Y es que en política exterior no se puede hacer demagogia. Defender cuando se está en la oposición la causa saharaui, porque es muy de izquierdas y se gana la simpatía popular, es muy fácil, pero hay que ser conscientes de que cuando se llega al poder hay que mantener la misma actitud, y la misma coherencia ideológica.
Pero la realidad es mucho más tozuda que los sueños y las utopías. Zapatero no se atreve a plantar cara a Marruecos y Mohamed VI porque es un enemigo peligroso, y mucho menos se atreve a defender al pueblo saharaui , con la misma fuerza que lo hacía antes, porque, como dice Trinidad Jiménez, puede “tener consecuencias”.
PD.- Aprovecho este post para enviar un abrazo a mi compañero de ABC, Luis de Vega, corresponsal de ABC en Marruecos al que este Gobierno le ha retirado la acreditación para poder trabajar en este país. Es buen gran periodista y buen profesional, dos buenas razones para que lo quieran silenciar.
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