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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

La Navidad altera el cerebro

La Navidad altera el cerebro
Pilar Quijada el

“Ningún otro evento en el calendario cristiano tiene un impacto tan profundo en nuestro comportamiento como la Navidad, una celebración cíclica que se repite con un ritmo circanual”, asegura un editorial titulado “Navidad, ¿Un acontecimiento dirigido por nuestras hormonas?, publicado en el “Journal of Endocrinology”. Y como todos los ciclos de nuestro organismo, este también parece estar regido por una serie de cambios neuronales y hormonales cuyos efectos sobre nuestro comportamiento se manifiestan durante la preparación de estas fiestas.

Según Mike Ludwig, investigador de la Universidad de Edimburgo, este ritual anual tiene un sustrato neuroendocrino que se pone en marcha cada 12 meses aproximadamente y está precedido por “una intensa actividad locomotora anticipatoria, caracterizada por una hiperfagia hedónica, a la que le sigue otra fase de letargo o vagancia”. En opinión de Ludwig, la navidad, como otros ritmos biológicos, está regulada hormonalmente por el eje hipotalámico-hipofisario. “Muchos de mis colegas neurocientíficos aceptan que nuestras sensaciones, sentimientos y pensamientos dependen de la actividad de las neuronas, pero esas emociones y comportamientos están en última instancia determinados por neurohormonas”.

Centro hipotalámico reavivante de la Navidad

El ritmo circanual navideño se activa por la acción de un grupo de neuronas del hipotálamo que se ha denoinado centro reavivante de la Navidad (CRN). Estas centro presenta un marcado dimorfismo sexual y está más desarrollado en las mujeres. Además estás células nerviosas presentan una gran plasticidad y están inactivas durante 11 meses al año. Según este investigador del centro de Fisiología Integral de la Universidad de Edimburgo, es posible que las mutaciones en los genes expresados en estas células del hipotálamo o los modelos de ratón modificados genéticamente permitan identificar las proteínas que producen para las que se ha propuesto el nombre de nostalgésicos endógenos. Según Ludwig es probable que estas proteínas puedan ser antagonizadas por el etanol.

Curiosamente, en esta primera fase, el sincronizador que pone en marcha los sentimientos asociados a la Navidad se ha ido adelantando en la última década al mes de octubre, influido por señales ambientales como la iluminación navideña y los árboles de Navidad. Estas señales luminosas y visuales son las encargadas de activar las células del centro revivificante de la Navidad que ayudan a recuperar viejos recuerdos almacenados en áreas del cerebro como el hipocampo.

Además, otros estímulos olfatorios y acústicos pueden actuar de forma sinérgica con las señales visuales, haciendo que surja una sensación que todos hemos experimentado: “La Navidad se palpa en el ambiente”. De hecho, señala el científico, estos estímulos son tan importantes que cuando estas fiestas se celebran en ambientes distintos, como lugares soleados para quienes vivimos o en el hemisferio norte, y viceversa, el espíritu navideño es más difícil de captar. Lo mismo sucede en las misiones espaciales, cuando los astronautas lo celebran en la estación espacial.

Espray nasal

Estos estímulos que configuran la atmósfera navideña pondrían en marcha una segunda fase hormonal, que se inicia con la síntesis del Factor Liberador de la Navidad (FLN), que probablemente se libera en el sistema portal hipotalámico-hipofisiario. Este sistema transporta al FLN hasta la adenohipófisis, donde provoca la liberación de otras hormonas, que en último término producen los cambios emocionales y de comportamiento que casi todos experimentamos en estas fechas. Es probable que en breve estas hormonas puedan identificarse y administrarse mediante un espray nasal para incrementar el sentimiento navideño.

Una de esas hormonas liberadas en la pituitaria anterior, el prestigón, al aumentar su nivel en el cerebro por estas fechas, estaría detrás de la imperiosa necesidad que sentimos de comprar de forma compulsiva. Se cree que el prestigón es una hormona parecida a la conocida oxitocina. “En condiciones normales este comportamiento compulsivo estaría regulado por nuestros límites financieros y las necesidades personales. Sin embargo, una segunda hormona de la pituitaria, denominada emocionina, estimula esta actividad que anticipa las Fiestas. La emocionina disminuye el umbral de consumo, por lo que la liberación de prestigón se dispara”, explica Ludwig.

Según este experto, ambas hormonas acumulan sus efectos, y desinhiben los procesos cognitivos de evaluación, percepción y expectativas. “El ambiente está preparado para todo esto por adelantado; los paraísos de para los compradores navideños han surgido en todas partes, dictando el comportamiento del adicto a las compras, dirigidos por sus hormonas”.

. FLN: Factor liberador de la Navidad; CRN: Centro Reavivante de la Navidad

Este proceso hormonal termina con la entrega de los regalos. Entonces entra en acción, la oxitocina, conocida como hormona del amor, que induce sentimientos de confianza y generosidad y, en algunos lugares, las visión del muérdago o el acebo activan a la hormona besopeptina, “desencadenando una cascada de cambios bioquímicos y una recapitulación de los comportamientos adolescentes. Pensamientos tales como ‘te doy algo; qué me das tú a cambio?’ desencadenan grandes expectativas en todos los miembros de la tribu. Los altos niveles de emocionina evitan inicialmente la discordia inducida por la frustración como resultado de deseos incumplidos.

En este punto de la celebración de las fiestas navideñas aparecen efectos adversos, que pueden atribuirse a un exceso de prestigón en el cerebro, que contrarresta las señales de saciedad. Desconectados de las restricciones cognitivas o una modulación sensorial, se instaura la comida y bebida compulsiva.

La glotonina pone orden

 

Sin este mecanismo homeostático, aparecen sensaciones corporales desagradables. “Creemos que esto dispara la liberación de una hormona del tracto gastrointestinal denominada glotonina, que inmediatamente inactiva los efectos de las hormonas navideñas mediante una señal negativa que se recibe en el hipotálamo, que acaba de forma brusca con el deseo navideño” que hasta entonces nos embargaba, explica Ludwig.

La decepción por las expectativas incumplidas o los inadecuado regalos (calcetines, corbatas y pañuelos que se acumulan año tras año) acaban con facilidad en un conflicto familiar, exacerbado por el inadecuado comportamiento territorial de los familiares que llegan desde lugares remotos y de los viejos amigos. Afortunadamente, esta fase es reemplazada rápidamente por un prolongado letargo asociado con desensibilización emocional y la desaparición de los estímulos sensoriales que inducen el sentimiento navideño. La vuelta al trabajo tras el maratón gastronómico y el feedback que nos devuelve la báscula también contribuye a devolvernos a la realidad del día a día.

“La experiencia es lo suficientemente traumática para proponerse sensatamente hacer todo diferente para el próximo año. Esto puede ser buena idea. Sin embargo, es inevitable que, una vez más, nos rindamos totalmente ante los efectos de nuestras hormonas de Navidad”, concluye Ludwig.

Aunque Mike Ludwig no lo menciona, en algunos países existe la tradición de gastar bromas en mitad del periodo navideño, coincidiendo con la festividad de los Santos Inocentes, que se celebra el 28 de diciembre. Y en esta línea va este divertido artículo publicado realmente en el “Journal of Endocrinology” en 2011, por si alguien llegado a este parráfo, llevado por la acción de alguna de esas hormonas, aún no se ha dado cuenta.

Aunque, tal vez, puesto que estas fiestas nos alteran a casi todos de una u otra forma, no sea tan descabellado pensar, que realmente algunas hormonas nos hacen comportarnos de forma diferente en esta época. O quién sabe si la epigenética, tan de moda, nos confiere esos sentimientos tan variables de unos a otros respecto a estas tradicionales fiestas.

Feliz día de los Inocentes!

Curiosidades
Pilar Quijada el

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