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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

Nuevas pistas para combatir la ansiedad

Nuevas pistas para combatir la ansiedad
Pilar Quijada el

El miedo es una constante en la vida de las personas que padecen ansiedad. Y en momentos de estrés intenso puede llegar a limitar de forma importante su vida cotidiana. Un equipo de investigadores de Cold Spring Harbor creen haber identificado en ratones una ruta desconocida hasta ahora que controla el miedo y que puede dar pistas de cómo pueden surgir los trastornos de ansiedad. En concreto han localizado una molécula que sirve de mensajero entre dos zonas del cerebro importantes en la génesis del miedo.

Se sabe desde hace tiempo que el miedo tiene su cuartel general en una estructura del cerebro denominada amígdala, pero no estaba claro quién controlaba esta estructura. Las sospechas recaían sobre un grupo de neuronas que forman el núcleo paraventricular del tálamo (PVT). Este grupo de neuronas está muy bien “relacionado” con otras estructuras del cerebro implicadas en la regulación de la motivación y estado de ánimo, que muestran un funcionamiento anormal en varios trastornos psiquiátricos, incluyendo ansiedad, abuso de sustancias o la depresión. Estas estructuras son la propia amígdala, el núcleo accumbens, que forma parte del sistema de recompensa, y la corteza cingulada anterior, que tiene un papel importante en el procesamiento de las emociones negativas. Además, el PVT tiene conexión directa con el hipotálamo, una estructura fundamental para poner en marcha las respuestas crónicas de estrés y adicción.

Con todas estas pistas por delante, los investigadores de Cold Spring Harbor han encontrado que el núcleo paraventricular está específicamente activado cuando los ratones aprenden a temer algo o recuerdan situaciones de miedo. Sus hallazgos los publican en Nature. Los investigadores vieron que las neuronas del PVT se extienden profundamente en la amígdala central, que regula el miedo. Y cuando esta conexión entre el PVT del tálamo y amígdala se interrumpe, el aprendizaje del miedo es más difícil que ocurra.

Además utilizaron personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT) para tratar de identificar los posibles mensajeros químicos que podrían conectar las dos estructuras (PVT y amígdala). Se centraron en una molécula llamada BDNF que se ha implicado en los trastornos de ansiedad. Se trata de un factor de crecimiento neural que desempeña un papel importante en el nacimiento de nuevas neuronas, así como nuevas conexiones entre las neuronas y cuya síntesis se favorece con el ejercicio físico. Los pacientes con trastornos de ansiedad con frecuencia tienen mutaciones en este mensajero químico, el BDNF, lo que sugiere que podría tener un papel destacado en la memoria y el aprendizaje del miedo.

Y vieron que al añadir BDNF en la amígdala central de roedores se desencadena una respuesta al miedo en los ratones que no han sido expuestos previamente a un estímulo que provoque temor y promueve la formación recuerdos duraderos sobre la situación temida. “Hemos establecido que se trata de un circuito regulador que controla el miedo en los ratones. Y el BDNF es el mensajero químico que permite al PVT del tálamo ejercer control sobre la amígdala central”, destacan.

De momento solo lo han visto en roedores, pero la extrapolación de la gran importancia de esta ruta para el control del miedo en humanos está aún por demostrar. Es posible que en primates, y en humanos en particular, las cosas no sean tan simples, y puede que no dependan simplemente de una conexión entre dos estructuras cerebrales, apunta Carmen Cavada, catedrática de neuroanatomía de la Universidad Autónoma de Madrid y directora de la Cátedra UAM-Fundación Tatiana Pérez de Neurociencia.

De comprobarse en humanos, este hallazgo, y en particular el papel del BDNF, podría explicar por qué el ejercicio es un buen antidepresivo y contribuye también a disminuir la ansiedad y el estrés.

Investigación
Pilar Quijada el

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