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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

Los recuerdos pueden confundir al cerebro a la hora de tomar una decisión

Los recuerdos pueden confundir al cerebro a la hora de tomar una decisión
Pilar Quijada el

Ya lo advertían los clásicos: “Los sentidos nos engañan”. ¿Y qué es la memoria, sino una foto “retocada” y con frecuencia borrosa de la realidad que cada uno hemos construido a partir de lo que percibimos? Investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá) aseguran en PNAS que a la hora de tomar algunas decisiones, como predecir el ganador de un partido de fútbol o la probabilidad de que llueva, la memoria puede ser una fuente de error, en lugar de ayudarnos en el proceso.

Frente a la incertidumbre, los seres humanos normalmente dependen de un puñado recuerdos de acontecimientos similares recuperados de forma aleatoria, y con frecuencia sesgada, que les sirven como indicadores de posibles resultados, en lugar de basarnos en datos puramente estadísticos, argumentan. En definitiva, que nuestro cerebro se basa en una muestra aleatoria y pequeña de información que no siempre refleja el resultado más probable.

Lo mejor cuando se trata de predicciones probabilísticas, aseguran, es olvidarse de los clichés almacenados, y basarse en la estadística pura y dura, como hacen algunos ordenadores programados para obtener resultados probabilísticos. Algo que, por cierto, es la norma también entre las especies animales.

Y es que los recuerdos lejos de ser inmutables, evolucionan continuamente a lo largo de la vida, como recordaba un editorial de “Nature Neuroscience” publicado en febrero pasado. “Desde el momento en que se crean, [los recuerdos] se embarcan en un viaje dinámico durante el cual son consolidados, a menudo actualizados, pero también a veces deformados hasta el punto de que falsifican el pasado. Como nuestro cerebro está constantemente bombardeado con información más reciente, también pueden ser sustituidos por otros o aparentemente desaparecer en el olvido”.

Un razonamiento que comparten los autores de la investigación publicada en PNAS, Gislain Giguère y Bradley C. Love y que ilustran con un ejemplo, una nube oscura puede traernos recuerdos de intensas lluvias y llevarnos a tomar la decisión de coger un paraguas, aunque estadísticamente eso haya ocurrido en pocas ocasiones y la mayoría de las veces hayamos vuelto a casa sin abrirlo.

En su trabajo los investigadores canadienses muestran que no es posible un rendimiento óptimo cuando se recupera información de esta manera, porque es un proceso limitado y sesgado que introduce ruido en la toma de decisiones. “En situaciones normales, el cerebro selecciona un número limitado de memorias para guiar la toma de decisiones. Como los eventos reales no tienen siempre el resultado más probable, los recuerdos pueden proporcionar información engañosa a la hora de tomar una decisión”.

Los investigadores han encontrado además una manera de entrenar “al cerebro” para que sea capaz predecir con exactitud el resultado de un evento, por ejemplo un partido de béisbol. Y para ello han proporcionado a los sujetos participantes en el estudio “escenarios idealizados”, que siempre se ajustan a la probabilidad estadística. “Proporcionar situaciones idealizadas, en comparación con los resultados reales, limpia la memoria y proporciona un stock de evidencias de buena calidad para que pueda utilizarlas el cerebro”, señala el doctor Bradley Love, de departamento de Cognición, Percepción y Ciencias del Cerebro, principal autor del estudio. Algo parecido a lo se utiliza en la programación de ordenadores que utilizar todas las estadísticas disponibles para tomar una decisión, lo que hace más probable que puedan predecir el resultado correcto.

Par probarlo, los investigadores pidieron a los participantes en el experimento que hicieran una predicción sobre el resultado final de la liga mayor de béisbol basándose en un pequeño subconjunto de los datos de la misma temporada.  Los equipos habían sido clasificados en orden por el número de victorias obtenidas. En la información que se proporcionaba a un segundo grupo denominado “ideal”, los investigadores hicieron una pequeña trampa y cambiaron los resultados de los partidos para que el equipo mejor situado en el ranking de los dos que se enfrentaban ganara siempre, sin tener en cuenta el resultado verdadero, algo que por supuesto no ocurre en realidad.

De acuerdo con la  hipótesis de los investigadores, los resultados del grupo ‘ideal’, aun con los datos incorrectos que les proporcionaron durante el entrenamiento, fueron significativamente mejores a la hora de predecir el ganador. “A diferencia de los ordenadores, la decisiones de las personas son conflictivas porque se basan en cualquier recuerdo que se recupera por casualidad. Una consecuencia es que las personas obtienen mejores resultados cuando se entrenan en escenarios idealizados”, resalta Love. De ahí que los límites en la toma de decisiones esté limitada por los recuerdos que se recuperan aleatoriamente. Por eso los autores proponen que la mejor forma de transmitir información a las personas para entrenarlas en la toma de decisiones es presentarla en una forma “distorsionada”, es decir, idealizada.

Estos resultados, aseguran los autores, cuestionan la “racionalidad humana” y tienen amplias implicaciones a la hora de entrenar a profesionales que tienen que analizar y clasificar información, como radiólogos, que han de decidir si un tumor puede ser maligno en función de lo que ven en las pruebas de imagen y de sus experiencias previas; los que llevan a cabo inspección de equipajes, los analistas de inteligencia o los jugadores, que con frecuencia caen en la ilusión de control que les lleva a creer que el azar sigue una secuencia predecible.

Investigación
Pilar Quijada el

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