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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

La inteligencia, fotografiada

La inteligencia, fotografiada
Pilar Quijada el

Científicos de Oxford aseguran haber encontrado el “cableado” del cerebro que diferencia a las personas que tienen un estilo de vida y cualidades positivas. Además, creen que esas conexiones podrían estar “retratando” la inteligencia.

La inteligencia es un concepto bastante escurridizo. Si recurrimos al diccionario de la Real Academia veremos que la define como la “capacidad de entender o comprender, de resolver problemas”, o en otra acepción, “habilidad, destreza, experiencia”. Aunque la asociamos con capacidad intelectual, no hay una definición universalmente aceptada. El psicólogo inglés Charles Spearman propuso en 1904 que la inteligencia se compone de un factor general, o factor “g”, y otros específicos.Intuyó además que la naturaleza de ese misterioso factor “g” debía ser neurológica, que variaba entre individuos y que estaba determinado genéticamente.

Pese a todo, el factor g ha recibido algunas críticas, y sigue siendo controvertido, en parte porque no está claro si las correlaciones entre diferentes capacidades cognitivas están reflejando realmente correlaciones entre distintos circuitos cerebrales. Pero una investigación de la Universidad de Oxford que acaba de publicarse en Nature Neuroscience parece arrojar luz al respecto y corroborar la teoría de Spearman.

Para llegar a esta conclusión han investigado el patrón de conectividad en el cerebro de 461 personas y lo han comparado con 280 medidas, incluyendo datos demográficos (edad, sexo, ingresos, nivel educativo, consumo de drogas, etc.), psicometría (cociente intelectual, capacidad verbal, etc.) y otras medidas conductuales tales como ‘la tendencia a saltarse las reglas de conducta’.

Y han encontrado que quienes tenían un estilo de vida y comportamiento clásicamente positivos tenían conexiones diferentes que aquellos otros con estilo de vida y comportamiento negativos. Los investigadores de Oxford utilizaron para su estudio datos del Proyecto Conectoma Humano (PCH), un conjunto de imágenes cerebrales financiado por los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses con 30 millones de dólares.

Los investigadores señalan que sus resultados recuerdan mucho al “factor general de inteligencia, o factor g” de Spearman, que se utiliza para resumir las habilidades de una persona en diferentes tareas cognitivas. Así que podría decirse que han logrado hacer una fotografía de la inteligencia. En este trabajo se incluyen muchas medidas de la vida real no contempladas en el factor g, como los ingresos y la satisfacción con la vida, por ejemplo. Pero otras, como la memoria, el reconocimiento de patrones y la capacidad de lectura, sí están adecuadamente reflejadas.

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Seguro que más de uno se preguntará si ese conectoma, es decir, esas conexiones cerebrales distintivas que muestran quienes tienen rasgos más positivos, asociados a la inteligencia, vienen de serie o se desarrollan. Buena pregunta. El artículo no lo analiza.

Pero entramos en el eterno debate ¿genes o ambiente? Probablemente una mezcla. Pero si tenemos en cuenta que el conectoma es el mapa de las conexiones de nuestro cerebro y que esas conexiones se establecen en base a la experiencia, no es descabellado pensar que el entorno en que nos desarrollamos tenga mucho que ver.

Pruebas a favor. El famoso efecto flynn, según el cualm en el siglo pasado, el CI se incrementó en varios puntos en cada generación. El propio Flynn lo explicaba en Investigación y Ciencia.

De momento, a falta de un conectoma de nuestro cerebro, tendremos que conformarnos con las matrices de Raven, un test ideado para evaluar a los oficiales de la armada estadounidense, y considerado en la actualidad el más fiable para medir el famoso y misterioso factor g sin el condicionamiento del nivel educativo. Aunque esto último también es controvertido…

Hacer el test de Raven

 

 

Salud
Pilar Quijada el

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