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El sistema inmune del cerebro, implicado en el alzhéimer

El sistema inmune del cerebro, implicado en el alzhéimer
Células de microglía (verde) rodean una placa amiloide (azul) en el cerebro de un modelo de ratón de enfermedad de Alzheimer
Pilar Quijada el

Un mal funcionamiento de las células inmunitarias del cerebro (la microglía) podría ser una razón por la cual muchos medicamentos que reducen las placas amiloides características del Alzhéimer en los ensayos clínicos, no producen mejoras cognitivas en los pacientes. Se trata de una nueva pieza en el complicado puzle del Alzheimer. La acaban de colocar investigadores de Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania en un trabajo conjunto.

Sus resultados apuntan a que se ha subestimado el papel de las células microglía en enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer. Según esta investigación, el sistema inmunitario del cerebro no se limitaría a influir en el curso de la enfermedad a través de reacciones inflamatorias y la liberación de moléculas neurotóxicas como se suponía hasta ahora. Por el contrario, podrían inducir la neurodegeneración de forma activa.

Igual que ocurre en otros trastornos neurodegenerativos, en el alzhéimer las capacidades cognitivas de las personas afectadas empeoran de forma progresiva. La razón es la creciente pérdida de puntos de contacto de las neuronas, o sinapsis, que hacen posible el funcionamiento de cerebro.

En el caso del Alzheimer, se sospecha que ciertos fragmentos de proteínas, denominados péptidos β-amiloides, causan la muerte de las neuronas. Estos fragmentos se agrupan y forman las placas características de la enfermedad.

Las microglias voraces destruyen las sinapsis cerebrales

Investigadores de Gran Bretaña y Estados Unidos, junto con el grupo de Lawrence Rajendran del Instituto de Medicina Regenerativa de la Universidad de Zurich, han descubierto que un mal funcionamiento del sistema inmunitario del cerebro, constituido por células de microglía, contribuyen a la pérdida de sinapsis en el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.

Células de microglía (verde) rodean una placa amiloide (azul) en el cerebro de un modelo de ratón de enfermedad de Alzheimer (Samuel Marsh / UCI)

Estas células ejercen tareas de limpieza, monitorean la función de las neuronas en el cerebro, eliminan el exceso de sinapsis durante el desarrollo y se deshacen también agregados de proteínas tóxicas. Pero hasta ahora, su papel en los trastornos neurodegenerativos es motivo de controversia entre los científicos. Ahora, esta nueva investigación aporta datos.

El equipo de investigadores internacionales analizó el efecto que ciertos genes de riesgo para el Alzheimer tienen sobre la producción del péptido β-amiloide. Como no encontraron ningún efecto en las neuronas, examinaron la función de esos genes de riesgo en las células de la microglía.

Y descubrieron que si desactivaron el gen de la proteína TDP-43 en estas células inmunitaria encargadas de la limpieza, eliminaban el péptido β-amiloide de forma muy eficiente. Al parecer, la falta de la proteína TDP-43 en la microglia llevó a un aumento de la actividad de “barrido”, denominada fagocitosis.

En el siguiente paso, los investigadores usaron ratones, como modelo de enfermedad de Alzheimer. Cuando desconectaron TDP-43 en la microglía, observaron una vez más que las células aumentaban su eficiencia en la eliminación del péptido β-amiloide.

Sin embargo, se llevaron una sorpresa: la actividad de eliminación aumentada de microglia en ratones condujo también a una pérdida significativa de sinapsis al mismo tiempo. Esta pérdida de sinapsis se produjo incluso en ratones que no producen amiloide humano.

Que el aumento de la fagocitosis por parte de la microglía pueda inducir pérdida de sinapsis hizo pensar a los investigadores que tal vez, durante el envejecimiento, anomalás en la microglía, el sistema inmune del cerebro, podría conducir a una actividad fagocítica excesiva. “La privación de nutrientes durante el envejecimiento podría aumentar el mecanismo fagocítico de la microglia y esto, a su vez, podría conducir a la pérdida sináptica, es decir, de comunicaciones entre las neuronas”, propone Lawrence Rajendran.

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