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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

El mejor ansiolítico es una buena terapia

El mejor ansiolítico es una buena terapia
Las personas cuyos cerebros exhiben una alta respuesta a la amenaza en la amígdala (izquierda) y una respuesta baja a la recompensa en el cuerpo estriado ventral (centro) tienen más riesgo de desarrollar síntomas de ansiedad y depresión con el tiempo. El nuevo estudio muestra que estas personas en riesgo tenían menos probabilidades de desarrollar ansiedad si también tenían una alta actividad en la corteza prefrontal dorsolateral (derecha).
Pilar Quijada el

El aumento de la actividad en las áreas del cerebro relacionadas con el pensamiento y la resolución de problemas ayuda a amortiguar el progreso de la ansiedad, según un estudio a Universidad de Duke.

Utilizando técnicas de imagen cerebral no invasivas, los investigadores han encontrado que las personas en riesgo de ansiedad tenían menos probabilidades de desarrollar el trastorno al aumentar la actividad en una región del cerebro responsable de las operaciones mentales complejas.

Los investigadores en esta ocasión no buscaban un marcador del trastorno de ansiedad, sino todo lo contrario, alguna actividad cerebral que pudieran relacionar con la resiliencia a esta alteración que afectará a una de cada cinco personas a lo largo de su vida.

Un dato significativo, en el año 2013 el término crisis de ansiedad fue uno de los más consultados en Google, por encima de “crisis económica”, lo que da idea de la verdadera dimensión de la ansiedad, según la Asociación Madrileña de Agorafobia.

La agorafobia es un tipo de ansiedad que se activa en lugares o situaciones en las que marcharse pueda ser difícil o embarazoso o en los que no se pueda no tener ayuda disponible en caso de tener un ataque de pánico. Las situaciones más comunes incluyen estar solo en casa; estar en una multitud o esperar en una fila; cruzar un puente y viajar en coche, autobús, tren o avión.

La terapia cognitivo-conductual, una de las más eficaces para hacer frente al trastorno de ansiedad en sus muchas variantes, trata de vencer esos miedos poniendo en funcionamiento las zonas más racionales de nuestro cerebro, para que se impongan a los pensamientos más emocionales. En definitiva, potenciar el funcionamiento ejecutivo del cerebro, que tiene su “sede” en la corteza prefrontal.

Por eso los investigadores exploraron si una mayor actividad prefrontal relacionada con el control ejecutivo puede funcionar como un biomarcador de resiliencia, capaz de “rescatar” el riesgo asociado con una mayor actividad en la amígdala, relacionada con la amenaza, y una menor actividad del estriado ventral, otra zona del cerebro relacionada con la recompensa.

El grupo de Ahmad Hariri, profesor de psicología y neurociencia en Duke, que ha llevado a cabo este hallazgo, había comprobado con anterioridad que las personas cuyos cerebros tienen una alta respuesta a la amenaza y una baja respuesta a la recompensa tienen más riesgo de desarrollar síntomas de ansiedad y depresión con el tiempo.

Esto traducido al día a día, significa que las personas con ansiedad tienen una mayor tendencia a la preocupación, ya que, como también se ha demostrado, ven el mundo de forma diferente y mucho más amenazante. Eso hace que disfruten menos de las situaciones placenteras para el resto de las personas, por eso su respuesta a la recompensa es menor.

Pero la corteza prefrontal actúa como un director de orquesta del cerebro, y puede modular qué partes del cerebro deben estar más activas, sonando “forte” y cuáles deben funcionar “piano”. En concreto, una parte de la corteza prefrontal, la dorsolateral es el centro de “control ejecutivo” de nuestro cerebro, y nos ayuda a centrar la atención y planificar acciones complejas. También desempeña un papel clave en la regulación de las emociones.

Algunas psicoterapias, incluida la terapia cognitivo-conductual, ponen en juego esta región del cerebro, al equipar a los pacientes con estrategias para replantear o reevaluar sus emociones, ver el mundo de forma menos amenazante y entrenarles en resolución de problemas.

Y esta investigación, recientemente en la revista Cerebral Cortex ha demostrado lo que experimentalmente ya sabían los psicólogos: que la mejor pastilla para combatir la ansiedad es una buena terapia cognitivo-conductual.

“Estos hallazgos ayudan a reforzar una estrategia mediante la cual las personas pueden mejorar su funcionamiento emocional, su estado de ánimo, su ansiedad y su depresión no solo abordando directamente esos fenómenos, sino también mejorando indirectamente su funcionamiento cognitivo general”. explica Ahmad Hariri.

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