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Caminar mantiene al cerebro en forma

Caminar mantiene al cerebro en forma
Pilar Quijada el

Hace décadas una campaña publicitaria de una marca de bicicletas aseguraba que “quien mueve las piernas mueve el corazón”. Una idea que ha resultado ser cierta. Y va muchos más allá de mantener el corazón el forma. Un estudio reciente daría para otra campaña publicitaria promoviendo el uso de las bicicletas o la práctica de cualquier deporte que implique a la musculatura de las piernas.

Al parecer, quien mueve las piernas no sólo mantiene sano el corazón, sino que de paso mantiene su cerebro en forma.  Según una investigación pionera, la salud neurológica depende tanto de las señales enviadas por los músculos de las piernas al cerebro como del feedback desde el cerebro hasta los músculos.

Publicado en Frontiers in Neuroscience, el estudio da un giro fundamentalmente a la práctica de la neurología, aseguran los investigadores, brindando a los médicos nuevas pistas de por qué los pacientes con enfermedad de las neuronas motoras, esclerosis múltiple, atrofia muscular espinal y otras enfermedades neurológicas a menudo sufren un deterioro rápido cuando sus movimientos se vuelven limitados.

Este resultado ya lo sospechaban muchas asociaciones de pacientes con este tipo de enfermedades neurológicas, que han reclamado siempre a la Administración la cobertura de los servicios de fisioterapia para conservar la movilidad de los pacientes. Ahora la neurociencia les da un arma más para reclamar lo que lejos de ser un gasto es en realidad una inversión en calidad de vida para los pacientes y ahorro a largo plazo para el sistema sanitario.

“Nuestro estudio respalda la noción de que las personas que no pueden realizar ejercicios de carga (del propio peso corporal), como los pacientes que están postrados en la cama o incluso los astronautas en viajes prolongados, no solo pierden masa muscular, sino que su química corporal se ve alterada al nivel celular e incluso su sistema nervioso se ve afectado negativamente “, explica la Dra. Raffaella Adami de la Università degli Studi di Milano, Italia.

El estudio, realizado en ratones, restringió a los roedores el uso de sus patas traseras, pero no sus patas delanteras, durante un período de 28 días. Los ratones continuaron comiendo y acicalándose normalmente y no mostraron estrés. Al final de la prueba, los investigadores examinaron un área del cerebro llamada zona subventricular, el área donde las células madre neurales producen nuevas neuronas.

La limitación de la actividad física disminuyó el número de células madre neuronales en un 70 por ciento en comparación con un grupo control de ratones, a los que se les permitió moverse. Además, tanto las neuronas como los oligodendrocitos, células especializadas que dan soporte a las neuronas y las recubren de una capa aislante denominada mielina, no maduraron completamente cuando el ejercicio se redujo severamente.

La investigación muestra que el uso de las piernas, particularmente en el ejercicio de soportar peso, envía señales al cerebro que son vitales para la producción de células neuronales sanas, esenciales para el cerebro y el sistema nervioso. Reducir el ejercicio hace que sea difícil para el cuerpo producir nuevas células nerviosas (*), que se ha propuesto que nos permiten manejar el estrés y adaptarnos a los desafíos de la vida diaria.

(*) Conviene saber que en estos momentos la comunidad científica está dividida respecto a la existencia o no de neurogénesis en el cerebro humano adulto. Dos estudios recientes se contradicen. Uno de ellos dirigido por Arturo Álvarez-Buylla, premio Príncipe de Asturias 2011, demuestra que en el cerebro humano no nacen nuevas neuronas a partir de la adolescencia. El otro posterior, firmado entre otros por Rene Hen, sostiene lo contrario.)

“No es accidental que tengamos que estar activos: caminar, correr, agacharnos para sentarnos y usar los músculos de nuestras piernas para levantar cosas”, dice Adami. “La salud neurológica no es una calle de sentido único con el cerebro diciéndole a los músculos ‘levantar’, ‘caminar’, y así sucesivamente”.

Los investigadores obtuvieron más información al analizar células individuales. Descubrieron que restringir el ejercicio reduce la cantidad de oxígeno en el cuerpo, lo que crea un ambiente anaeróbico y altera el metabolismo. La reducción del ejercicio también parece tener un impacto en dos genes, uno de los cuales, CDK5Rap1, es muy importante para la salud de las mitocondrias: las centrales productoras de energía del organismo. Esto representa otro ciclo de retroalimentación.

Estos resultados arrojan luz sobre varios problemas de salud importantes, desde preocupaciones sobre los impactos cardiovasculares, como resultado de estilos de vida sedentarios, hasta la comprensión de enfermedades devastadoras, como la atrofia muscular espinal (SMA), la esclerosis múltiple y la enfermedad de la neurona motora, entre otros.

“He estado interesado en las enfermedades neurológicas desde 2004”, dice el coautor Dr. Daniele Bottai , también de la Università degli Studi di Milano. “La pregunta que me hice fue: ¿el resultado de estas enfermedades se debe exclusivamente a las lesiones en la médula espinal o la mutación genética en el caso de la atrofia muscular espinal, o es la menor capacidad de movimiento un factor crítico que agrava la enfermedad?”

Esta investigación demuestra el papel crítico del movimiento y tiene una gama de posibles implicaciones. Por ejemplo, las misiones para enviar astronautas al espacio durante meses o incluso años deben tener en cuenta que la gravedad y el ejercicio de carga juegan un papel importante en el mantenimiento de la salud humana, dicen los investigadores.

En definitiva, que tener los pies en la tierra es importante en un sentido también literal: “Se podría decir que nuestra salud está basada en la Tierra de una forma que estamos empezando a comprender”, concluye Bottai.

 

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