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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Un antropólogo en Second Life

Emilio de Miguel Calabia el

Tal vez, cuando Jean-Claude Romand se inventó una vida ficticia en los ochenta y la vivió durante 18 años, más que un fabulador tocado, fue un visionario. Ahora con el auge de las redes sociales, los juegos on-line y los mundos virtuales, quien más y quien menos se pasa una importante de su tiempo viviendo una vida un pelín ficticia. Tal vez sea que la realidad es demasiado gris y no nos basta.

Entre 2005 y 2007 el antropólogo Tom Boellstorff estuvo metido en la plataforma “Second Life” para estudiarla, igual que si hubiera estado estudiando un poblado banén de Camerún. El resultado de su experiencia está en el libro “Coming of Age in Second Life”, que publicó en 2008. No sé si está traducido al español.

Tal vez lo más original de su planteamiento es que no se centra en la relación que hay entre la vida en Second Life y el mundo real, igual que para estudiar a los banén no se centraría en su relación con los bamilekés. El mundo de Second Life tiene su propia coherencia y ha generado sus propias reglas de comportamiento. Los aspectos que parece que le sorprendieron más y que más resalta son la amabilidad y el altruismo. A los veteranos de Second Life no les suele importar dedicar una parte de su tiempo a enseñar a los recién llegados cómo desenvolverse en Second Life. Tal vez sea que los jugadores veteranos amables están en Second Life, mientras que los agresivos están en “Call of Duty” matando a jugadores bisoños.

Otro aspecto que resalta Boellstorff es la creatividad a la que invita Second Life. Hay útiles para que te construyas la casa de los sueños y la llenes con objetos de tu fantasía. También te puedes dotar del avatar que quieras, que es algo más rápido y que requiere menos esfuerzo que tratar de esculpir tu cuerpo en el gimnasio. Boellstorf también describe los acontecimientos culturales y artísticos que se dan en Second Life. Puedes asistir a conferencias, a exposiciones de arte diseñado para Second Life…

Lo que echo de menos en el libro es un análisis más profundo sobre la imbricación entre Second Life y el mundo real. A fin de cuentas, el propio Boellstorf dice que para ser un veterano que le saque todo su partido a Second Life hay que dedicarle al menos 30 horas semanales. Si descontamos el tiempo que solemos dedicar a trabajar, a dormir y a hacer las tareas domésticas habituales, eso implica dedicarle prácticamente todo el tiempo de ocio de lunes a viernes y lo mismo hasta un poco del fin de semana.

Boellstorf ofrece una visión un tanto idílica sobre esta cuestión. Los habitantes de Second Life no están huyendo de una realidad mediocre o gris. La dicotomía entre lo real y lo virtual es falsa. Los habitantes de Second Life simplemente han optado por pasar parte de sus vidas en un mundo virtual, igual que hubieran podido decidir pasarlas en el bar con los amigos viendo el fútbol. Ellos dirían que Second Life enriquece sus vidas, igual que el fan del Real Madrid diría que ver los partidos de su equipo enriquece la suya.

La realidad a veces es tan perra, que no seré yo quien critique a los que se ponen a navegar por mundos virtuales. Cualquier estrategia que nos ayude a salir de una realidad gris e insatisfactoria me parece válida, mientras no dañe a nadie.

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