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La vida de Raymond Chandler por Frank MacShane

Emilio de Miguel Calabia el

Frank Mac Shane fue el primero en escribir en 1976 una biografía de Raymond Chandler, que durante muchos años fue la obra de referencia.

Cuando uno escribe sobre un escritor, puede centrarse en el autor en sí y explorar lo que pensaba sobre la literatura o sobre su propia obra, o bien puede tomar como eje a la persona. Como escritor me gusta más lo primero. Como ser humano, lo segundo. No lo puedo evitar; soy muy cotilla.

Frank Mac Shane optó por la primera vía y centra su relato en la obra literaria de Chandler y en sus ideas sobre la literatura. Esta vía sería la correcta si estuviésemos hablando de Tolkien, cuyo biógrafo Tom Shippey (“J.R.R. Tolkien, Autor del Siglo”) reconoce que desde que volvió de la I Guerra Mundial en 1916 hasta su muerte 57 años después, no pasó nada reseñable en su vida.

Vamos que ese enfoque sirve para Tolkien, pero, por favor ¿para Chandler? Raymond Chandler nació en EEUU. Abandonado por su padre alcohólico a los 8 años, marchó a estudiar a Inglaterra. Combatió en la I Guerra Mundial. Se casó con una mujer casada (bueno, estaba casada cuando comenzó a salir con ella), que le sacaba 18 años. Ascendió con tesón hasta convertirse en el exitoso vicepresidente de una petrolera y al año consiguió que le despidiesen por pendenciero, alcohólico y por acostarse con todas las empleadas que se le ponían al alcance. A los 41 años, sin dinero ni trabajo, tuvo que ponerse a escribir novelas policiacas en revistas baratas de mucha tirada. Está muy bien que Mac Shane nos hable de las novelas de Chandler y de sus opiniones literarias, pero a mí me gustaría saber algo más del Chandler personaje. Tengo amigos que son la mitad de interesantes y que sin embargo han logrado tenerme toda una noche embelesado con historias de su vida.

Que Chandler se casara con Cissy Pascal, una mujer inteligente, hermosa y original, que solía hacer desnuda el trabajo doméstico y que era 18 años mayor, creo que merece algo más que las escasas tres páginas que le dedica al matrimonio. Y me quedo con ganas de saber más de esa Cissy Pascal, que debía de ser una fuerza de la naturaleza.

También merecería más espacio su paso por el negocio del petróleo. Pasó de ser apodado “el genio” por la facilidad con la que resolvía los problemas comerciales, por la prosa perfecta con la que redactaba las cartas y por la habilidad en encontrar para cada empleado el cometido que mejor encajara con sus talentos, a convertirse en un buscapeleas, alcohólico y mujeriego, que en los momentos de crisis amenazaba con suicidarse.

Frank Mac Shane recoge algunos de estos incidentes que hacían a Chandler tan “popular” entre sus jefes y concluye que Chandler se hallaba sometido a una gran tensión, cuya “causa exacta es difícil de determinar, pero no cabe duda de que era víctima de un violento sentimiento de desesperación. No estaba enfadado con Cissy, pues tal vez nunca supo su verdadera edad, y la adoraba de muchas maneras. Pero en compañía de las jóvenes esposas de sus amigos y asociados, comprendió que se estaba perdiendo el encanto del amor juvenil que ellos disfrutaban”. Esto es biografía del peor tipo: reconozco que no tengo ni idea de lo que pasaba por la cabeza de mi biografiado, pero aventuro una hipótesis, sin ninguna prueba que la sustente. ¿Y si la razón del cambio de Chandler fuese un juanete que le hacía ver las estrellas cada vez que se ponía los zapatos? Mi hipótesis tiene las mismas posibilidades de ser cierta que la de Mac Shane y encima me gusta más.

Curiosamente Mac Shane se centra más en la vida personal de Chandler a partir del período en que comienza a desarrollar su carrera literaria en la década de los 30 y sobre todo, a partir de los cuarenta, cuando trabajó durante unos años en Hollywood. Es lógico este enfoque, dado que Mac Shane sobre todo está interesado en el Chandler escritor, pero me parece un error que pase tan rápido por sus años formativos. En el fondo Philip Marlowe no se entiende del todo si no se conoce cómo fueron la educación y la juventud de Chandler.

En la segunda parte del libro, donde Mac Shane habla más del Chandler persona, la sensación es que se limita a acumular anécdotas y detalles sobre su vida, que adoba de algunos comentarios sobre su personalidad, sin llegar realmente a profundizar sobre el escritor. Veamos:

Chandler no solía trabajar por la tarde. No era la clase de hombre que sabe relajarse, nadar un rato o tomar el sol en el patio de detrás de la casa. Iba siempre vestido formalmente, con chaqueta y corbata, aunque a menudo había en su aspecto un aire descuidado.(…) Le gustaba charlar con tenderos, mecánicos y empleados de Correos. Parecía preferir su compañía a la de la gente de su clase, tal vez porque estos encuentros eran breves y limitados y no le implicaban en nada serio. Le complacía el anonimato de su vida…” Este párrafo me recuerda a lo que Enrique Páez me solía decir en el taller de escritura: no cuentes cómo es el personaje, muéstralo. Es un consejo muy válido para un escritor, pero no para un biógrafo. El biógrafo debe dar un paso más, que el escritor no debe dar: debe tratar de explicar al personaje.

Parecería con estos comentarios que la biografía de Mac Shane no me ha gustado, y no es cierto. Allí donde hace comentarios sobre la literatura de Chandler y recoge comentarios del propio Chandler sobre su obra, los libros en general y sus contemporáneos, sí que ha llegado a interesarme. Pero de esa parte hablaré en otra entrada.

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