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Recuerdo de José Luis Pellicena

Recuerdo de José Luis Pellicena
Pedro Víllora el

El fallecimiento de José Luis Pellicena, acaecido el reciente 22 de noviembre, supone la desaparición de un auténtico coleccionista de grandes papeles. Pellicena era un actor elegante, de porte noble y voz profunda, idóneo para reflejar el dolor y el misterio que se esconden tras la máscara de la fortaleza. Si en 1981 era Salieri en el “Amadeus” de Peter Shaffer, en los dos años siguientes haría obras tan diferentes como “El rey de Sodoma” de Fernando Arrabal, dirigido por Miguel Narros, “El rey Ordas y su infamia” con Fernando Fernán Gómez, “Eduardo II” de Marlowe con Lluís Pasqual o “Eloísa está debajo de un almendro” de Enrique Jardiel Poncela con José Carlos Plaza. Esa década extraordinaria aún situaría a Pellicena junto a Adolfo Marsillach en “El médico de su honra” de Calderón y “Los locos de Valencia” de Lope de Vega, protagonizaría el “Séneca o el beneficio de la duda” de Antonio Gala para Manuel Collado, e iniciaría los años 90 con dos trabajos antológicos: “Entre las ramas de la arboleda perdida”, sobre textos de Rafael Alberti, y “Comedias bárbaras”, en la primera ocasión que la trilogía de Valle Inclán se representaba íntegramente gracias a José Carlos Plaza.

Nadie habría dicho en su juventud que  José Luis Pellicena se convertiría en una presencia fundamental de la escena española. Nacido en Zaragoza el 2 de marzo de 1933, comenzó estudiando Medicina hasta que una crisis familiar le llevó a dejarlo todo y enrolarse en la compañía Lope de Vega, de José Tamayo, quien le haría debutar en 1954 en “Diálogos de carmelitas” de Georges Bernanos. Allí haría en muy poco tiempo títulos señeros como “Edipo Rey” de Sófocles, “La alondra” de Jean Anouilh, “La vida es sueño” de Calderón o “Julio César” de Shakespeare. Pero no sería hasta 1957 cuando alcanzaría cierta relevancia con “El diario de Ana Frank” de Frances Goodrich y Albert Hackett.

La consolidación llegaría en 1959 con “Ejercicio para cinco dedos” de Peter Shaffer, y ya en los años 60 se convierte en un galán para comedias de prestigio como “El glorioso soltero” de Joaquín Calvo Sotelo, “Ocúpate de Amelia” de George Feydeau o “Espejo para dos mujeres” de Jaime Salom. En los años 70 actuó junto a Nuria Espert en la “Yerma” de García Lorca que dirigió Víctor García, y protagonizó una de las primeras obras donde se abordaba la homosexualidad con seriedad: “Los chicos de la banda” de Mart Crowley, dirigida por Jaime Azpilicueta. En una línea semejante llegaría su papel favorito: el de una más que ambigua reina Isabel de Inglaterra en “Contradanza”, de Francisco Ors, con dirección de Tamayo. En la última parte de su carrera volvería a interpretar una obra importante para la lucha por los derechos LGTBI: “La escalera” (2006), de Charles Dyer, dirigida por Ángel Fernández Montesinos, para la que tuve la suerte de hacer la versión. Poco después se retiraría tras “Llama un inspector”, de John B. Priestley, con dirección de Román Calleja.

En 2004 había fallecido su esposa, Olga Moliterno, a quien conoció en 1957 y que, en su condición de productora y gestora teatral, ayudaría a José Luis Pellicena a la preparación de una carrera inigualable que tuvo su continuidad en televisión y no tanto en cine: “Historias de la televisión”, “En septiembre”, “Dragón Rapide”…

@Pedro_Villora

 

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