Aún le queda mucho para volver a ser el jugador que maravilló la temporada pasada en la NBA. Han sido meses en el dique seco, con miedo a no volver a pisar una cancha. Horas de gimnasio pensando cómo sería el regreso y, una vez dejada atrás toda esa ansiedad, toca recuperar el terreno perdido.
No está siendo fácil para Ricky Rubio, cuyo temor a una recaída le ha pasado factura en sus primeros partidos. Con los minutos limitados -apenas podía estar en cancha alrededor de 20 por partido- y sin poder jugar dos partidos seguidos, se le ha hecho más cuesta arriba poder coger el ritmo. Reengancharse a la magia, pero él tiene clara la hoja de ruta a seguir para ser el mismo de antes.
Sus números hasta ahora están muy lejos de los de hace un año, cuando promediaba 10 puntos y 8 asistencias por encuentro, en 34 minutos de juego. Tres su regreso, sus estadísticas no pasan de los 3,8 puntos y las 4,6 asistencias, pero eso no es lo importante para él.
El hecho de que ayer, frente a los Mavericks, pudiera disfrutar de casi 30 minutos de juego es el paso adelante que necesitaba para volver a sentir confianza. Ya ha tenido tiempo de darse cuenta de que la rodilla está bien (no siente dolor como ha reconocido en varias ocasiones) y el problema de cabeza va poco a poco desapareciendo.
La lesión de Kevin Love parece que ha eliminado la obligación de los Timberwolves de luchar por los play offs, así que Ricky puede concentrarse ya en su recuperación. Aunque suene a egoísta, puede haber sido lo mejor para él. Sin presión, será más fácil que vuelva a sentirse especial, como hace un año. Tiene el cariño de la afición y eso hará las cosas más fáciles también.
Si todo va bien, despúes del parón por el All Star, Ricky podrá tener libertad para que Adelman le utilice todo el tiempo que quiera. A partir de ahí, será el momento para volver a forzar la rodilla a tope. Jugar sin miedo y volver a demostrar que tiene clase de sobra para dominar el juego en la NBA.
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