No hay mal que por bien no venga. Aprovechando el cierre patronal, Kobe Bryant ha pasado por el quirófano para poner a punto su cuerpo de una vez por todas. Tras varias temporadas jugando infiltrado, el escolta de los Lakers ha decidido poner fin a sus dolencias en la rodilla y en la mano este verano, para tratar de volver a las canchas en plenas condiciones.
Me lo decía una voz autorizada dentro del vestuario de los Lakers: “Kobe lleva dos años jugando con dolores. Apenas puede entrenar. Solo juega”. Una sentencia tan clara como preocupante. Una fractura en un dedo, una rodilla maltrecha, molestias en el codo y un esguince de tobillo que nunca acabó de sanar durante la temporada. Así disputó el último tramo de la liga regular y el play off por el título el mejor jugador de los Lakers. Una merma física que él se empeñaba en ocultar, pero que quedó en evidencia durante la postemporada, cuando sus números descendieron de manera extraña.
En un verano sin Mundial ni Juegos Olímpicos y con el más que previsible aplazamiento del inicio de la liga, Bryant decidió hace unas semanas pasar por el quirófano para “reconstruir” su cuerpo. A sus casi 33 años, Kobe sabe que aún le quedan dos o tres más al mejor nivel, pero para ello tiene que aprender a cuidarse y la primera parte de ese plan es sanar y fortalecer sus dolencias.
La artroscopia se llevó a cabo en Alemania y fue un complemento a la terapia menos invasiva que Bryant estaba llevando a cabo en Los Ángeles desde que acabó la temporada. Este procedimiento es el mismo que han seguido antes otros deportistas como Nadal o Tiger Woods para sanar sus maltrechas rodillas y que consiste en extraer la sangre, centrifugarla para extraer las plaquetas y volver a inyectar éstas en la rodilla lesionada. Así fue como el tenista español dejó atrás los dolores que le impedían disputar dos torneos seguidos y así es como Kobe confía en volver a la vida normal de un deportista. Los Lakers le necesitan para ganar el anillo… siempre que haya temporada, claro.
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