Hace algo más de una década, la NBA decidió expandir sus tentáculos al norte de Estados Unidos. Creó dos franquicias en Canadá y esperó para ver si el experimento tenía éxito. En Toronto, donde aún se mantienen los Raptors, la semilla de la NBA anidó con ciertas garantías. Resultados aceptables, gradas semillenas y buena venta de camisetas. Al otro lado del país, en Vancouver, las cosas no fueron tan bien. Un porcentaje pírrico de victorias, fuera de los playoffs de manera permanente y un pabellón vacío en casi todas las ocasiones.
Con ese panorama, Stern alentó la marcha de la franquicia hacia otra ciudad y fue Michael Heasley el que se la llevó a Memphis. El resto, es historia. Desde la llegada de un imberbe Pau Gasol como jugador franquicia, hasta la clasificación para playoffs de las últimas campañas, en las que se ha rozado el título de conferencia.
Pocos se acuerdan en cambio de aquellos años en Vancouver, de los que apenas quedan unas camisetas guardadas en los armarios y un puñado de buenos partidos. Eso y lo que ha salido a la luz pública en los últimos días. A mi me llegaba la noticia a través de Tubasket.com, pero ha sido una página de intercambio de artículos de segunda mano la que lo ponía en el escaparate.
“Se vende parqué de la NBA. Precio: 10.000 euros“. Así aparece el anuncio de una compañía que ha decidido mudarse al pabellón que albergaba la cancha de entrenamiento de los Grizzlies en Richmond (junto a Vancouver) y que ha decidido deshacerse del parquet que un día acogió las sesiones la franquicia canadiense. “Estamos interesados en alguien que quiera este parqué. Es perfecto para cualquier aficionado de los Grizzlies o para un coleccionista de la NBA”, reza el anuncio.
El precio no es excesivo, así que no extrañaría que alguien pudiera comprarlo para decorar, incluso, su propio salón de casa. Si eso ocurre, los vecinos ya no podrían quejarse por botar el balón en el salón.
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