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Cinco mentiras que el cine te ha hecho creer sobre los espartanos y Leónidas

Cinco mentiras que el cine te ha hecho creer sobre los espartanos y Leónidas
César Cervera Moreno el

La película de 300 popularizó hace años la imagen de los rudos espartanos y su célebre grito: «¿Cuál es vuestro oficio? ¡Au, au, au!?» (que se lo pregunten a Álvaro Arbeloa, al que la frase le brotaba con cada victoria del Real Madrid). Un film que insiste en el mito de los espartanos como los defensores de Occidente y sus libertades frente a las acometidas de los esclavistas orientales. Nada más lejos de la realidad, pues, basta recordar, que los 300 espartanos no estuvieron solos en las Termópilas (bueno de hecho representaban un pequeño porcentaje de los hoplitas griegos allí presentes), sino que estaban acompañados de 300 ilotas, es decir, de sus siervos.

–La economía y sociedad espartana se sustentaba en un sistema esclavista. Cuando los griegos de estirpe doria invadieron el Peloponeso esclavizaron en masa a sus habitantes. Estos esclavos recibieron el nombre de ilotas y los espartanos dieron cuenta de ellos. Los ilotas pertenecían al Estado y vivían sobre todo en los campos, donde formaban comunidades y podían hacer vida familiar. Algunos ilotas, sobre todo mujeres, se empleaban en el servicio doméstico y personal.

–Leónidas no era el musculoso y enérgico guerrero que presenta la película. El espartano accedió al trono en torno a 489 a.C. y era uno de los dos reyes de Esparta cuando aconteció la invasión persa a cargo de Jerjes I. La trayectoria militar de Leónidas antes de las Termópilas resulta desconocida, pero está claro que solo participó en guerras menores. Cuando el rey persa Jerjes atacó Grecia, Leónidas marchó al norte con un grupo escogido de 300 soldados espartanos, todos ellos hombres con hijos e incluso ancianos, y lo pudo hacer porque él mismo sobrepasaba la edad militar de 60 años.

–Los 300 espartanos solo eran la avanzadilla. Las festividades religiosas impidieron que otros griegos se unieran a Leónidas en un principio. La celebración del festival dórico de las Carneas, que tenían lugar tras el solsticio de verano, impedía a los hoplitas acudir a la guerra en esas fechas. Asimismo, los Juegos Olímpicos Panhelénicos, que se celebraban cada cuatro años al final del verano, también entorpecieron los intentos de la Liga Helénica de reunir un número mayor de efectivos. Aún así, junto a los espartanos y sus esclavos acudieron con 2.120 arcadios, 400 corintios, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios, 400 tebanos, 1.000 focenses y 1.000 locrios opuntios.

–Derrota en pocos días. No es que los espartanos creyeran que la mejor forma de movilizar a todos los estados helenos, cada uno de su padre y de su madre, fuera sacrificándose en el paso de las Termópilas. No, en verdad Leónidas creía que era una de las mejores opciones para frenar el avance persa por completo o al menos impedir el avance varias semanas. De hecho, Leónidas logró resistir durante dos días el avance del ejército del Gran Rey, que se estima en torno a 80.000 hombres, valiéndose de las ventajas que ofrecía el terreno. Lo hizo hasta que su retaguardia fue finalmente superada el tercer día por una fuerza que accedió a esta posición a través del sendero de Anopea. Tras ver partir al grueso de sus fuerzas, el rey permaneció en las Termópilas con 700 tespios, 400 tebanos y los famosos 300 espartanos. Mientras encabezaba un contraataque suicida, el rey espartano fue ensartado por las lanzas persas. Lejos de convertirse en un sacrificio que conmovió a los griegos e impulsó el contraataque, como afirma la leyenda, en realidad los propios helenos comentan en sus textos que fue una derrota demasiado rápida e inesperada.

–Termópilas no cambió el cauce de la guerra, pero sí Artemisio. En paralelo a la operación terrestre dirigida por los espartanos, la Liga Helena reunió 271 trirremes (reforzado más tarde con otras 53) y los dirigieron hacia Artemisio, donde las tormentas estaban destrozando a la flota persa. Si bien la batalla naval de Artemisio también acabó en desastre griego (la resistencia griega apenas duró tres días), los persas perdieron cientos de barcos y su única opción de mantener la línea de suministros entre ambos continentes. El poeta tebano Píndaro comentó que en Artemisio fue «donde los hijos de Atenas colocaron la primera piedra de la libertad» y no con el sacrificio de los 300.

Al día siguiente de las Termópilas, la Grecia central quedó a merced de los persas. El plan de la Liga Helénica había fracasado casi antes de empezar, por lo que los helenos procedieron a evacuar Ática y Beocia. Un ejército griego se concentró en el istmo de Corinto bajo el mando del hermano de Leónidas, Cleómbroto, y empezaron a construir un muro fortificado para contener al enemigo en su avance. El fracaso de Leónidas obligaba a asumir decisiones drásticas y a mirar al mar como única esperanza.

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