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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

¡Ponte Ya A Bailar! El libro más Elegante de Emilio J. López

¡Ponte Ya A Bailar! El libro más Elegante de Emilio J. López
Álvaro Alonso el

Desde hace años vive y trabaja en Miami. Desaparecido de la escena durante décadas, Emilio López, líder de Los Elegantes, vuelve a la carga con un libro de recuerdos de los primeros tiempos del grupo que es toda una crónica mod de “la movida”. El resultado ha sido espectacular, gracias a todos los actores implicados en el proyecto dirigido por Alejandro Díez Garin, conocido por su faceta como agitador de la cultura mod en España, desde su grupo Flechazos, liderando Cooper y desde su ejemplar Ediciones Chelsea. ¡Ponte Ya A Bailar! Mis años de revuelta mod con los Elegantes sale a la circulación en tapa dura, con diseño muy cuidado y excelente maquetación, donde intervienen Pepo Perandones y el fotógrafo Miguel Trillo. No vamos a destripar el contenido, hay que leerlo. Para abrir boca, y antes de que la víspera de Nochevieja, el próximo día 30 en la presentación en Rockola la puerta se llene de Lambrettas con cientos de espejos, el propio Emilio contesta a algunas preguntas, supurando pasión por la música a borbotones:

¿Cómo es lo de vivir en USA?

Llevo más de quince años radicado en Estados Unidos, la mayor parte como periodista y conviviendo con personas de todas partes de Hispanoamérica. Vivir fuera de tu país de origen es el mejor antídoto contra la miopía retrógrada nacionalista, la envidia hacia el que sobresale y triunfa (con su esfuerzo), el desprecio por lo propio (producto de la falta de autoestima), la pereza intelectual e intolerancia sectaria, la negatividad, males que aquejan a España. Ajustarte a la vida en otro país es duro al principio, tienes momentos de bajón,  es un cambio cultural muy fuerte y tienes que tener claro que lo que haces te gusta de verdad para seguir adelante. Una vez pasada esa etapa “purgativa” todo se hace más fácil y fluido. Y empiezas a reenfocar tu visión de las cosas,  de lo que es valioso y de lo que no lo es en tu vida. En cierto modo, uno va rehaciendo su jerarquía de valores y de apreciación de las cosas buenas. Afortunadamente, viajo casi todos los años a España, lo que me permite tener en forma mi patriotismo gastronómico y reencontrarme con las cosas que más valoro allí: la riqueza cultural que atesora, la capacidad y talento de sus profesionales, el contraste de pueblos y paisaje, la hospitalidad y generosidad de muchos, la rapidez mental y gusto por la vida. España, pese al empeño puesto por demasiados españoles o los que reniegan, tiene buena imagen y reconocimiento en Estados Unidos. Aquí hay instaladas numerosas empresas españolas, algunas con gran peso en sectores tan importantes como el de infraestructuras y servicios. Y muchos de los estadounidenses que viajan a nuestro país tienen claro que nuestra gastronomía y oferta de ocio y sol es una de las mejores del mundo, sino la mejor. Estados Unidos mantiene, con vaivenes y tensiones, una  pasión por la justicia que admiro profundamente.  Se valora el esfuerzo y no se intenta taponar el ascenso de los mejores. Es una  sociedad abierta, plural, donde la propiedad privada y los derechos individuales son pilares. Como contrapartida,  hay segmentos de la población y políticos de ejecutoria xenófoba,  muy antiinmigrante, que están minando una parte esencial del país.

Los Elegantes fueron una banda mod. ¿Cómo fue eso? ¿Tuvo algo que ver las sesiones de cine en la Prospe u otro lugar donde programaran “Quadrophenia”, “La ley de la Calle”..?

En mi caso el impacto de la música fue previo al estético. Cuando tenía unos 16 años un primo mío mayor que yo me regaló una caja de zapatos llena de singles originales americanos y británicos de bandas de los 60, de soul y R&B, entre otros Los Who,  Kingsmen, Troggs, Animals, Otis Redding, Aretha Franklin o Ray Charles.  Fue un deslumbramiento. Y cuando algo después escuché “This is the Modern World”,  de los Jam, me quedé mudo (y eso en mí es mucho) durante días. Desde luego que “Quadrophenia” también pesó lo suyo. Si el disco es una obra maestra de Pete Townshend, la película te devora. “Quadrophenia” me canibalizó. Todavía lo hace. Es una apuesta y un antídoto existencial contra la vida insípida y convencional. Ten en cuenta que, además, todo era muy incipiente en aquellos primeros años de los 80 en España. Y mucho más para los que nos identificábamos con esa corriente minoritaria mod. No había redes  sociales, ni plataformas musicales como Pandora, ni aplicaciones como Spotify, ni YouTube ni internet ni mp3. O sea, que uno absorbía las cosas, esas pocas cosas al alcance, como podía desde su trinchera, con más intensidad y entusiasmo que ahora con tantas facilidades. Me parece.

¿Cúando y cómo se forman los Elegantes? ¿Cuándo entras tú en escena? En otras ciudades había grupos mod, estaban los Stukas, Brighton 64, Los Flechazos… ¿Había relación entre los grupos? ¿Os llevabais bien?

Yo era desde la etapa colegial amigo de los Mermelada (en un principio Mermelada de lentejas). Al final de los ensayos, ya en COU, solían consentir que enchufara mi guitarra Ibañez de segunda mano en uno de los amplificadores para hacer un poco el burro tocando “Wild Thing” y cosas así. En el 78, Mermelada ensayaba ya en la anárquica Prospe de Mantuano, donde confluían La Cochu y bandas como Kaka, Secretos (Tos entonces) y hasta Moris. Allí coincidí un día con Juanma, afín a los Zombies, y casi de inmediato ya estábamos compartiendo entusiasmados unos similares gustos musicales, yo diría que devociones. Los Who y Jam entre las primeras. Este fue el germen de Los Elegantes.

¿Y la relación con otros grupos de la “movida”? Los Elegantes era uno de los pocos grupos “militantes”…

Como te dije, todo era muy incipiente en esos primeros años de los 80 y bastante atomizado. Cada banda se movía un poco como francotirador en la trinchera urbana de su propia ciudad. Sí te puedo decir que los grupos que mencionas, Stukas, Brighton 64 y los Flechazos hacían canciones espléndidas. Con Los Flechazos compartimos cartel en León allá por el 84, cuando se llamaban todavía Ópera prima. No solo esos grupos, estaban también Telegrama, Sprays (con los que compartimos escenario en la hecatombe del Colegio Mayor San Juan Evangelista) o Los  Flequillos (compartimos escenario en El Jardín).  Años después descubrí en un recopilatorio, “Mi Generation”, bandas con canciones muy buenas. En cuanto a la relación con otros grupos de La Movida, que fue un fenómeno netamente madrileño, tenía mucho de hermandad espontánea. Sobre todo tuvimos muy buena relación con grupos como Ejecutivos Agresivos, Secretos,  Nacha Pop, Mermelada, Derribos Arias o Mario Tenia y Los Solitarios.

Imagino que siempre has devorado música. ¿Cómo era tu casa, la relación con los padres, las expectativas? ¿Qué grupos escuchabas? Cuenta una leyenda que tu padre tenía un famoso restaurante cerca de la plaza Mayor…

Desde aquella histórica caja de zapatos llena de singles de soul y R&B y bandas de los 60 que me “aspiraron” para siempre, mi cuarto y otras áreas comenzaron a poblarse de vinilos. En mi educación musical tuvieron un papel esencial grandes almacenes como El Corte Inglés, Galería Preciados o Simago, donde alcancé una notable pericia distrayendo LP’s ocultos debajo de una gabardina Mackintosh que tenía entonces. Un día descubrí que mi padre había ido guardando durante años en una carpeta recortes de prensa con reseñas de Los Elegantes. Nunca me lo había comentado. Fue algo que me emocionó. Y mi madre, pues te puedo decir que en una ocasión, creo que en 1982, hizo de “road manager” del grupo cargando en el pequeño Opel Corsa que tenía, la batería de Charly para trasladarla a una gala que teníamos en la sala Sol. Así que siempre tuve suerte al tener de mi lado a mis padres, siempre benevolentes con las trastadas y sustos que más de una  vez les di,  algunos de ellos relatados en el libro. Escuchaba mucho soul (Sam Cooke, Wilson Picket, Solomon Burke, Las Supremes, Etta James, Ray Charles, Aretha Franklin, Smokey Robinson o  James Brown), bandas de los 60 como Animals, Kinks (mucho), Small Faces, Sorrows, Who, Spencer Davis Group. También me encantaban grupos españoles como Los Brincos, Los Pasos, Los Ángeles, Los Bravos o Los Canarios (monumental su “Get on Your Knees”). Y claro, las  maravillosas bandas de Nueva Ola y power pop que lanzaban los sellos británicos Stiff Records y Chiswick. Sobre el tema del restaurante. Mi familia, por parte de madre, es propietaria del restaurante Botín de Madrid. Mi abuelo materno fue cocinero, y de los buenos, de los que preservaban el principio de que las cosas tienen que saber a lo que son. Hoy continúa la cuarta generación a cargo del restaurante.

¿Cómo viviste la “comunidad mod”? ¿Qué papel jugaban las chicas? ¿Estuviste o supiste de la trágica noche en el Rockola?

Viví con total aceleración esos años mod y en feliz desequilibrio mental jajaja. Las chicas, como te puedes imaginar, eran el elemento indispensable para la respiración.  Ver bailar a una chica es algo que hipnotiza siempre. En cuanto a los trágicos hechos del Rock-Ola, cuento en un capítulo del libro como lo vivimos. Yo no estaba esa noche en el Rock-Ola, pero al día siguiente apareció publicada una foto de Los Elegantes en un periódico de Madrid que recogió la noticia de la muerte del chico rocker.

¿Qué es exactamente sentirse “mod”? ¿Se puede definir? ¿Puede haber mods en el siglo XXI?

Básicamente, sentirse mod es estar “aspirado” por el soul y una estética y gusto por el detalle que se sustancia muy bien en una frase de Oscar Wilde: “a mi dadme lo superfluo, que lo necesario todo el mundo puede tenerlo”. Una vez mod, siempre mod. Sin que haya capillas cerradas, ni guardianes de sus esencias. Y en ese sentido, ser mod no tiene edad.

Érais uno de los grupos que mejor sonaban en directo, ya desde el 82. ¿Ensayábais mucho? ¿Dónde?

Llevábamos componiendo canciones y ensayando desde 1979, así que para 1982 ya teníamos un cierto rodaje y oficio. Teníamos la fortuna de contar con el garaje de la casa de una tía de Juanma cerca de Plaza de Castilla para ensayar, pero no lo hacíamos a diario, ya que todos estudiábamos.

¿Cómo valoras la evolución del grupo a partir de “Ponte ya a bailar”? ¿Cambiasteis? ¿Quedasteis conformes con las producciones de Rafael Abitbol?

El grupo fue absorbiendo sonidos y música de diferentes fuentes durante los cerca de doce años de existencia. A partir de “Los gatos de mi barrio” hay sonido y composiciones más próximas que otras a gente como Tom Petty, pero siempre encuentras el gusto por el pop y el soul en todos los discos que sacamos. La producción del primer disco quedó por debajo del rudo y demoledor sonido que sacábamos en directo, aunque, con el paso del tiempo, le encuentro cierto encanto.

“Paso a paso” es un disco más compacto, ¿no crees? Y aparecen grandes canciones, como “Dos años atrás”. Por cierto, ¿tuvisteis dificultades para publicar “Luisa se va” y “Soy tremendo” en castellano?

Sí, “Paso a paso” conjuga a un tiempo la crudeza y las bellas melodías de voces y guitarras de muchas de nuestras canciones.  Contiene grandes temas. En cuanto a las múltiples versiones que hemos realizado durante nuestra carrera, nunca hemos tenido problemas en publicar nuestras letras. Eso sí, jamás vi derechos de autor por las letras en español que escribía.

Por entonces, en 1985, erais casi unos supervivientes, fue todo muy deprisa, a casi todos los grupos se les había tragado la tierra. ¿Por qué? ¿Qué crees que ocurrió?

1985 coincide con un agotamiento de La Movida y fue como un impase, un momento de espera para detenerse, observar y decidir caminos. Fue algo natural. Y necesario.

El grupo saca un magnífico directo, arranca una nueva década y Los Elegantes desaparecen. ¿Te transformas en otra persona o has seguido siendo el mismo?

Tras el disco en directo surgieron cambios en la banda y se precipitó una ruptura que no tuvo ningún sentido y que me jodió mucho. Eso de ser el mismo entraña una unidad ajena a mi naturaleza. Observo mi vida como algo no muy estructurado, más bien fragmentado, lo cual tiene la enorme ventaja de que estás más receptivo, aceptas cosas.

Ahora un libro, que presentas el día 30 en Rockola. ¿Qué has querido contar? ¿Cuánto no has contado?

El libro es un puzzle, confío que entretenido, de historias, episodios,  anécdotas,  confesiones de sinceridad un poco descarada. Cuento una historia personal donde están Los Elegantes, los amigos (vivos y muertos),  los viajes y conciertos, las chicas, los accidentes, las bromas, todo recordado a la  manera de un puzzle fragmentado que tiene muy poco de invocación nostálgica y mucho de momento feliz por haber vivido esos años de La Movida. Quizá tenga también algo de homenaje a una época, a quienes la vivimos.

¿Te planteas volver a los escenarios?

Dejo abierta esa posibilidad.  Siempre sería con la condición de contar con número aceptable de nuevas canciones. De momento está a punto de salir con la editorial Subterfuge un single con dos canciones compuestas por Felipe Correa (Los Disparos) y yo.

¿Tres canciones favoritas de Los Elegantes?

“La calle del Ritmo”, “Me debo marchar”, “Sin ti”, “Aquí y ahora”.

¿Y tres canciones para enmarcar?

“Take a Heart”, “The Real Me”, “Sitin´ On The Dock Of The Bay”.

 

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