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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Gregg Allman, mariposas en el estómago

Gregg Allman, mariposas en el estómago
Álvaro Alonso el

Hace unos meses circulaba por la Ruta 66 en el tramo que va de Tulsa a Ocklahoma City. Es una carretera sinuosa con pequeñas elevaciones del terreno que generan una sensación de tobogán, de vuelo de mariposas en el vientre, algo que resulta muy placentero si vas conduciendo. Paramos en un pequeño museo dedicado a los moteros, hombres y mujeres que van en Harley Davidson con cazadoras de cuero parcheadas, brazos al aire y guantes molones. Alguien podría sentirse intimidado por su aspecto. Sin embargo, manifiestan una soberana cortesía. Tras entablar breve conversación nos dejaron montar a sus locos caballos de hierro. Miraban con ternura a mi hija, con ternura, y le regalaron una moneda que servía para que Dios te proteja en la carretera.

Esas mariposas en el estómago solo las puede comprender quien recorre las carreteras de esta tierra donde la naturaleza todavía tiene una fuerza y una presencia especial, donde las aves y los pequeños animales merodean alrededor sin haber sido exterminados prácticamente del todo como en la vieja Europa. Esas mariposas son como el slide de la guitarra de Duane Allman.

Esas mariposas en el estómago son Dickie Betts haciéndote subir a Eureka en Arkansas y salir gritando de euforia. Esas mariposas son Chuck Leavell (el del piano en “Jessica”) llevándote al infierno de placer. Esas mariposas son el desafortunado Berry Oakley marcando con el bajo el pulso del Delta, ese cajón que penetra a través de la sien como una hormiga que se colara por el oído hasta horadarte el cerebro. Que sí, que se murió en un accidente de moto con veinticuatro años. Horrible. Y Duane Allman, el supergenio de la guitarra, había muerto antes, en 1971, en pleno subidón de los Allman Brothers tras el luego venerado concierto en el  Fillmore East subido a su Harley en Macon.

Gregg lo tuvo muy difícil, no solo por la muerte de su hermano Duane y de Berry Oakley, sino por problemas de salud. Tiró para adelante y reinventó la banda, con músicos como Betts y Leavell de talento colosal.

Estaba viendo justo hoy un documental sobre la Stax y salía Bobby Bland, muerto en 2013. Y me ha impresionado. Y Mavis Staples, viva y estupenda, a ella la pude ver con los Jayhawks y Lucinda Williams aquí en Dallas. Y la muerte de Gregg Allman me reafirma en mi creencia de que todo converge, el blues del Delta, el soul de Stax, la locura genial de los grupos sureños, la llamada de atracción del Sunset Strip en L.A., a la que no fueron inmunes los Allman en sus comienzos, todo converge en ese blues y ese soul que dejó arrodillados a Paul, a John, a Ringo, a George, a Mick, a Keith, a Ray, a Pete. Se está disolviendo paulatinamente un líquido esencial en la fórmula mágica del rock & roll. La de las mariposas en el estómago.

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