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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Iron & Wine y Ben Bridwell recuperan al grupo Unicorn

Iron & Wine y Ben Bridwell recuperan al grupo Unicorn
Álvaro Alonso el

 

La historia, siendo breves, es la siguiente: una canción, incluida entre las doce que componen el exitoso Sing into my Mouth (Black Cricket, 2015), el disco de colaboración entre Iron & Wine y Ben Bridwell (Band of Horses). Se titula “There´s no Way Out of Here”, y enseguida uno recuerda haberla escuchado antes en un disco de David Gilmour. Hasta que un extraño nombre aparece por algún sitio. ¿Unicorn? ¿Quiénes son Unicorn? Pues los autores de esta bellísima canción que David Gilmour lleva defendiendo en los escenarios desde hace décadas.

Unicorn nace en 1963 cuando Pat Martin se encuentra con Ken Baker en la escuela secundaria en St. Bedes, la misma donde estudió Eric Clapton. Pat con una Vox Stroller (una copia de la Stratocaster) y Ken con su Rosseti Lucky Seven. Ambos, amantes de los Beatles y los Hollies, comienzan a ensayar juntos. Una noche que la bici no estaba en la puerta, el padre de Pat fue a buscarlo. Tras escuchar a su hijo, se le ocurrió que tal vez no sería mala idea convertirse en su mánager. Era 1963 y la efervescencia beat hacía comprensible las aspiraciones paternas. Necesitaban para empezar un batería, así que otro compañero, Pete Perryer, fue reclutado para la banda. Adquirieron un equipo mejor que instalaron en el garaje de Mr. Martin. Comienzan a actuar, probando diferentes bajistas con los que conformar el cuarteto.

Al cumplir los 17 años Pete y Pat dejan la escuela. Les van saliendo más actuaciones. Han integrado por fin a un bajista solvente, Trevor Mee, quien pese a su corta edad, ya había tocado con Tony Rivers & The Castaways, los llamados (exageradamente) “los Beach Boys ingleses”.  Sin embargo, Trevor resulta ser un espléndido guitarra, por lo que cambian los papeles y Pat se pasará al bajo definitivamente, mientras Ken compagina la guitarra y los teclados.

Al principio solo tocan versiones de otros, con un rumbo poco definido. Hasta que escuchan a Crosby, Still & Nash, y canciones como “Judy Blue Eyes”  o “Helplessly Hoping” les estalla en la cabeza, reconduciendo sus energías hacia el sonido del country folk americano. Ken comienza a componer sus propias canciones, que consiguen empezar a tocar en directo no sin dificultades. El público solo quería éxitos de las listas, hasta que consiguen contrato con Billy J Kramer, un rockero que tenía a sus espaldas una maleta llena de anécdotas de los Beatles y Brian Epstein. Kramer estaba impresionado con la habilidad armónica de la banda. Tocaron durante seis meses todas las semanas, con lo que podían ir tirando y pagar las facturas. Las canciones de Ken las recoge Mr. Martin en una demo y llama a todas las puertas de las discográficas sin suerte. Un último intento, en la puerta de Transatlantic Records y por fin les prestan atención. Deciden grabarles un disco, con la producción de Hugh Murphy, entonces ayudante de Shel Talmi, y que posteriormente grabará con Gerry Rafferty  (entonces en los Humblebums) “Baker Street”.

El grupo encuentra nombre, el definitivo Unicorn, y un primer disco, Uphill all the Way. En el estudio se dan el gustazo de poder coger entre las manos la Rickenbacker de 12 cuerdas, esa guitarra mágica que utilizaran los Byrds y que tanto deseó tocar nuestro Javier Urquijo desde que lo escuchó por primera vez. En las sesiones de grabación afloraron todas sus influencias, The Beatles, C, S & N, The Band. Pat tomaba casi nota por nota el bajo de la Motown de James Jamerson, al que idolatraba.

Tras la publicación consiguen una gira por Inglaterra de teloneros de Stefan Grossman, que decide reclutarles para grabar su siguiente disco, Wow. A todo esto en Transatlantic cambiaron de dirección y el soft rock no estaba entre sus querencias. En 1972, Trevorn se enamoró hasta las trancas de una chica y se fue a vivir con ella en Guernsey. Fue reemplazado por Kevin Smith, a quien Ken, Pat y Pete conocían de cuando tocaba blues en los años sesenta. Se sabía todos los trucos del disco de John Mayall con Eric Clapton y del primer disco de Jimi Hendrix. Ahora, había aprendido a tocar como Clarence White, de los Byrds. La primera vez que se encontró con ellos en el garaje lo primero que tocó fue “Don´t Say You Love Me”, del segundo disco de los Byrds.

En el mismo año 1972 un sello italiano, Arisdon Records, que tenía el catálogo de Transatlantic en Italia, invitó a los Unicorn a tocar tres noches en el Festival de la Canción de Venecia para dar un empujón al single “PF Sloane”. El festival iba a ser televisado para toda Europa, les dijeron en el hall del hotel. Cuando subieron al escenario, se encontraron con una orquesta de cuarenta músicos de acompañamiento. Pat recuerda la experiencia como una de las más angustiosas de su carrera. La aventura italiana entró en barrena cuando a Mario Tognin, el agente, se le ocurre contratar una serie de conciertos para la banda por el norte de Italia en palacios de la ópera. Unicorn dan el primer concierto en Milán ante veinte personas, que apenas llenan la primera fila. El señor Tognin desaparece del mapa al día siguiente con el resto del dinero. La banda pide a Arisdon que les busque pequeños conciertos con los que poder pagarse la vuelta a casa con los instrumentos. En el último de ellos, a Pete, que había calculado mal el efecto del vino tinto, hubo que rescatarle a base de café negro para que pudiera subirse al escenario. No fue su mejor actuación, pero pudo terminar dignamente.

La siguiente visita fue a Suecia, nada memorable por cierto, el interés por el country rock de factura inglesa no pareció ser la música del momento entre los suecos. Mientras, Ken no paraba de improvisar y componer canciones nuevas. Les sale la oportunidad de hacer un tour por Holanda de diez días y, ante su sorpresa, se encontraron con un público en el Paradiso de Amsterdam abierto al sonido de Unicorn. Por fin coronan una gira con éxito. A Holanda volvieron, como teloneros de los Flying Burrito Brothers, que por entonces contaban con excelentes músicos de bluegrass, como Byron Berlin o Roger Bush.

A principios de 1973 llegamos a la conexión con David Gilmour. Son invitados a tocar en la boda de Ricky Hopper, amigo de los tiempos en Transatlantic. Otro de los invitados era David Gilmour de los Pink Floyd. Gilmour sugiere tocar juntos “Heart of Gold”, de Neil Young. Al rato, le preguntan sorprendidos cómo el guitarra de Pink Floyd ha elegido esa canción, a lo que responde que es un gran aficionado al Country Rock.

Una semana después Gilmour telefonea a Pat para decirle que tiene un estudio de grabación completo instalado en su retiro partilular, y que les ofrece unos días para que graben libremente una demo con nuevas canciones. La banda acepta inmediatamente y en unos días han metido los bártulos en una furgoneta Transit rumbo a Essex. Al llegar, les recibe Gilmour en la verja de la finca con una sonrisa. Les hace entrar con el aviso de que no van a necesitar sacar nada de la furgoneta. David estaba en lo cierto: colgadas de las paredes descansaba una colección de ensueño, guitarras vintage Fender, Gibson, Rickenbaker y Martin, amplificadores Fender y una batería Premier. Graban tres nuevas canciones de Ken y Dave añade una guitarra Fender Pedal Steel que acababa de traer de su gira por EEUU y estaba aprendiendo a tocar.

David Gilmour, como si fuera un mago, les dice que estén preparados porque Steve O´Rourke, su mánager, va a costear el nuevo álbum que van a grabar. Firman para el sello de Steve, EMKA, y se ocupa del día a día el viejo amigo Ricky Hopper, el mismo que más tarde descubriría a una jovencísima Kate Bush.

El segundo disco de Unicorn, cuyas demos habían sido grabadas en el estudio de Gilmour, se grabaron finalmente en los Olympic Studios en Londres. Tenían por primera vez en su vida el control total sobre lo que estaban haciendo, y las posibilidades del estudio parecían ilimitadas. La atmósfera se prestaba a la creatividad, Gilmour hacía la producción sin inmiscuirse en las grabaciones y para el ingeniero de sonido las caras nuevas eran un soplo de aire fresco. El ingeniero, Rufus Cartwright, ayudó a que la voz de Pete Perryer saliera del micro de manera excelente. El sonido de este disco, Blue Pine Trees, así como las partes del tercero, Too Many Crooks, grabado también en los Olympic, nunca fue superado por Unicorn en toda su carrera posterior. Y todo gracias a David Gilmour.

Blue Pine Trees se terminó de mezclar en los famosos Air Studios de George Martin situados en Oxfor Circus, en pleno centro de Londres. Para reforzar el lanzamiento, el mánager Steve O´Rourke, mánager de los Pink Floyd, se curró en una semana un acuerdo con Charisma en Inglaterra, Capitol en EEUU y EMI International para el resto del mundo, con la firma complementaria de una gira de Unicorn por los Estados Unidos.

En 1974 vuelan desde Heathrow hasta el aeropuerto de Los Ángeles. Al llegar al Hollywood Holiday Inn, el mánager para la gira puesto por Capitol, Alan Fry, les dice que Blue Pine Trees es nº 1 en las listas de FM, listas no de ventas sino frecuencia de programación en las ondas. Esa noche toca George Harrison en el LA Forum, pero están tan agotados que Pat es el único que coge el capote y se va del tirón a ver el concierto. Allí pudo observar por primera vez un Frisbee sobrevolando de lado a lado la marea humana que esperaba la salida del ex Beatle. Primero tocó Ravi Shankar acompañado de una nutrida orquesta. Desgraciadamente, George Harrison perdió la voz a la cuarta canción, y allí terminó el concierto.

Al día siguiente comenzaba el trabajo, directamente en el Whiskey a Go Go, en Sunset Strip, con la plana mayor de Capitol allí presente. Eran cabezas de cartel y, de telonera, aquella noche, tocaba una por entonces muy poco conocida todavía Patti Smith. La siguiente noche se sintieron ya mejor en el escenario y al siguiente volaban para telonear a Fleetwood Mac en tres conciertos en Salt Lake City. La primera de esas noches fue la primera vez que tocaban en un gran concierto. Fleetwood Mac se encontraban en el momento justo de transición, Peter Green había abandonado, y Lindsey Buckingham y Stevie Nicks tardarían un año en entrar en la banda. Se quedaron a ver el concierto. Nunca habían visto, hasta ese momento, un concierto de esa escala, de ese tamaño. La escala americana para los conciertos de rock. Siguieron con los Fleetwood Mac, el siguiente concierto fue en el estadio de fútbol americano en Bozeman, Montana, frente a 20.000 personas. Al terminar, fueron corriendo al camerino, porque el público gritaba y quería más. Fue el mejor concierto que dieron nunca. Al terminar los miembros de Fleetwood Mac fueron a felicitarlos, antes de salir a escena. En el siguiente concierto, en Missoula, Montana, Unicorn salieron con plena confianza en sus posibilidades. La gira continuó en St Louis, luego fueron a Wisconsin, teloneando a Manfred Mann y a Camel. Siete noches contratados en escenarios de Illinois y Iowa, con los Doobie Brothers, hasta que a mitad de los conciertos llaman a la puerta y les dicen que tienen que continuar solos, porque el cantante y líder de los Doobies se ha pasado de rosca o de la cuenta. Un contratiempo que no les afectó mucho, porque el cargamento de Jack Daniels, Wild Turkey, tequila y cerveza se mantenía vigente aunque los Doobie Brothers no continuaran. Siguieron luego los conciertos en Milwaukee, de donde volaron a Boulder, Colorado, hasta llegar al Cellar Door Club, en Washington D.C., donde abrieron el concierto de Billy Joel.

Aunque lo mejor de la gira americana de Unicorn fue cuando abrieron los conciertos de Linda Rondstadt, en Houston, Dallas y Lubbock. De todas las bandas con las que pudo tocar Unicorn, la banda de Linda Rondstadt les daba mil vueltas a todas. Los mejores músicos y cantantes. Tras su actuación, todos sin excepción se quedaban a ver el concierto entero de la Rondstadt. Terminaron la gira en Kansas, junto al grupo Styx. Cuando volvieron a casa, via Nueva York, les esperaba un concierto en el Marquee Club de Londres, con Sutherland Brothers & Quiver. Dave Gilmour estaba sentado en la sala. El siguiente año, 1975, lo gastaron principalmente en la grabación de su segundo álbum, Too Many Crooks, conocido en EEUU como “Unicorn 2”. Lo grabaron en los Air Studios, Olimpic y Barnes, e incluye parte de lo más fino de toda su producción, incluida la fabulosa canción “No Way Out of Here”, meses después grabada a su vez por David Gilmour como parte de su disco en solitario, un disco que tuvo un lugar destacado en las listas. No es difícil anunciar el final de esta historia. Graban un disco más, todavía con el apoyo de David Gilmour. Se llamará One More Tomorrow y se graba a medias entre los estudios de Pink Floyd en Islington, con producción de Gilmour, y otra parte en el estudio de Island, producido por Muff Winwood. Cuando llega 1977, el final se acerca. La eclosión del punk es un hecho, nadie sabe cómo ha pasado pero está pasando, y solamente las grandes bandas de country/soft rock pudieron sobrevivir a un cambio estético tan brusco. El último concierto de la banda fue en Candem Town, en el Music Machine. Apenas había cuatro gatos. Cortaron el concierto rápidamente. En el verano de 2015 la canción de Unicorn “No Way Out of Here” era recogida en el disco de Iron & Wine junto a Ben Bridwell, Sing into my Mouth, entrando en listas de medio mundo. Soplaba de nuevo el viento favorable para el rock teñido de country, bello, suave y armónico, de un grupo llamado Unicorn.

 

 

 

 

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