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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Víctor Coyote de pueblo y de río

Víctor Coyote de pueblo y de río
Álvaro Alonso el

Hace ahora poco más de un año que nos dejó Germán Coppini. En su ultima etapa marcó un rumbo nuevo en la música popular española al volver la mirada hacia la extraordinariamente rica tradición musical de América Latina.

De la misma generación que Coppini es Víctor Coyote, camaleónico músico “adelantado a su tiempo”, dibujante y realizador de performance originales, como “Ukelele, la pulga que salta” dedicada a contar la poco conocida historia de este singular instrumento que en palabras de Victor “no deja de ser un cavaquinho portugués que llegó a Honolulu desde Madeira”; o la última, que pudo verse en la exposición sobre Tesla el pasado día 18 en la Fundación Telefónica Madrid. Tras su arranque discográfico en 1982 con el sencillo Extraño corte de pelo, Víctor Aparicio (Tui, 1958) no ha dejado de sorprender.

Comenzaron los Coyotes como banda de psicobilly, un género entonces con cierta notoriedad gracias sobre todo a The Cramps, la banda de Lux Interior. Después, Los Coyotes editan el elepé Mujer y sentimiento en 1985, donde se encontraban canciones poderosas como “Cien guitarras” y “300 kilos” que los convirtieron en precursores de una línea excesivamente visionaria dentro del rock español que abogaba por defender la “hispanidad” y la reunión de todos los pueblos de América Latina en una mezcla de estilos que chocaba con la línea seguida por la mayor parte de sus contemporáneos.

Siguen Los Coyotes su particular senda con Las calientes noches del barrio (1987) y vuelven a elevar el listón creativo al año siguiente con De color de rosa (1988), disco insólito donde se abren hacia la salsa o el merengue firmando memorables canciones como “Me lo dijo Mari”, “Esta noche me voy a bailar”, “Mi vecinita de al lado” o “Las chicas de las revistas guarras”. La andadura de los Coyotes llegó a su fin en 1989 con la publicación de su último disco para Dro-Tres Cipreses, titulado Puro Semental. Dos años más tarde, en 1991, edita Víctor Abundancia tocando sus grandes éxitos, grabación directa en el estudio con músicos de diferentes geografías que da fin a esta su primera etapa.  

En 1995, hace ahora veinte años, renacía de sus cenizas Víctor Coyote tal y como le conocemos. Graba para Dro Lo bueno, dentro, que contenía “Jaguarundi”, una canción que pudo oírse como sintonía de la vuelta ciclista. Le siguieron Lucha de migajas (Boa, 1999) y A qué viene ahora silbar (Munster, 2004).

Pero en los últimos años Víctor Coyote ha resucitado creativamente como una a santa companha radiante de inspiración, un retratista deslenguado de las vidas anónimas, canciones que son relatos breves de gran calidad contenidos en su elepé de 2011 para Eureka! Dos años luz y cuarto. Ahí brillaban sobre todo viñetas costumbristas como “Joven de cuello vuelto”, “Ristra de mentiras” o “El día del hombre amable”. Y más, ahí también “Mirarse el ombligo”, la pegajosa “Como si lo mereciera” o la muy EELS “La lógica de los ópticos”.

Y, por fin, llegamos al 2014 cuando Víctor Coyote despide el año con un disco que vuelve a sorprender a propios y extraños. De pueblo y de río (Eureka! 2014) es una obra inverosímil pero cierta, una fantasía sonora donde le cabe a Víctor inventar nuevos ritmos que alumbren la noche oscura de la música española, un golpe de timón en el barco, una reconstrucción de la música tradicional que fluye, pese a ser vanguardia, con la naturalidad de quien se sabe de pueblo y de río.

En complicidad con Pablo Novoa -ex Golpes Bajos y artista inquieto-, que produce y toca copiosamente en el disco, Víctor Coyote toma elementos tradicionales del folklore hispano y portugués y genera cruces nuevos, mestizajes nunca vistos, llevado a forzar el brazo a la música popular para que responda a nuestras preguntas: de la guajira trágica de “El naufragio de la Valbanera” al fadinho swing de “Havemos de ir a Viana” (inolvidable por la interpretación histórica de Amalia Rodrigues), donde canta junto a Rita Braga. Del valsecito hilbilly de “Me faltan el río y tú” -versión de “Miss the Mississippi and you” de Jimmie Rodgers-, con Pía Tedesco ante el micro, hasta el fantástico rock & roll cumbia “Río de lágrimas”, versión en este caso del “Lonesome tears in my eyes” de J. Burnette.

Y muchas más sorpresas, como la versión del tema del gran Roberto Carlos “Debaixo dos caracois dos seus cabelos”, reivindicaciones del pop boricua en la muy conseguida “Puerto Rico en el corazón” o sorprendentes aproximaciones a la canción napolitana. Una vena abierta a golpe de ukelele, esta de Víctor Coyote en De pueblo y de río, que bien merece la odisea de ir a buscar su disco por las tiendas.

 

 

 

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