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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Juan Claudio Cifuentes, medio siglo de jazz en España

Juan Claudio Cifuentes, medio siglo de jazz en España
Álvaro Alonso el

Juan Claudio Cifuentes, alias “Cifu” (París, 1941), ha recibido del Ministerio de Cultura la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes por su aportación a la divulgación de la música de jazz en el último medio siglo, una música que con tantas dificultades se ha ido abriendo paso en nuestra península.

Entre sus muchos méritos están sus aportaciones primeras en la revista Aria Jazz, sus trabajos en la dirección internacional de diferentes sellos discográficos, sus escritos y estudios sobre los grandes creadores del jazz, la confección de la primera Guía Profesional del Jazz en España o la selección de la serie de discos compactos El Gran Jazz.  A lo anterior hay que añadir su ingente labor divulgadora del jazz desde el programa de televisión Jazz entre amigos, programa semanal que duró en antena de 1984 hasta 1991. Pero donde Juan Claudio Cifuentes, “Cifu”, parece haberse sentido más cómodo ha sido en la radio, primero y durante cuarenta años (se dice pronto) con su legendario programa Jazz porque sí que vio la luz en Radio España en 1974 y en la actualidad con su programa de fin de semana en RNE A todo Jazz.

La medalla de oro a “Cifu” es, aunque tardío, un homenaje a un género cuya historia merecería ser mejor conocida.  Y es que la historia del jazz en España está llena de vicisitudes. Por razones cronológicas, los acontecimientos históricos del siglo XX fueron en contra de su normal difusión en nuestro país, si lo comparamos con lo que ocurrió en Inglaterra o Francia, en territorio europeo, o en Argentina o Brasil, al otro lado del Atlántico.

De hecho el tango, el bolero, el son o la bossa-nova se van a nutrir e interactuar con el jazz, siendo su llegada a España escuálida en sus orígenes, cuando se produce el primer contacto con los músicos afroamericanos que llegan al continente desde EEUU durante la I Guerra Mundial. En concreto en España hay rastros de la influencia del jazz durante la Segunda República, si bien habrá un enfriamiento casi absoluto a raíz del final de la contienda, cuando el jazz en España pasa a desaparecer del mapa salvo reseñables excepciones y quedar fuera de todo circuito durante décadas cruciales para su desarrollo, en concreto el punto de inflexión que supuso la llegada del be-pop.

En el librito de Jorge García El trazo del jazz en España (El Ruido alegre: jazz en la BNE) degustamos de esas primeras incursiones de los ritmos del jazz en España, al principio incorporados al baile, como en el caso de Reyes Castizo, la Yanquee, sevillana nacida por azar en Nueva York que se especializó en bailes americanos y que intervino en numerosas zarzuelas y espectáculos entre 1927 y la Guerra Civil. Jorge Guillén mostró su devoción con el artículo “Mas negritos” desde las páginas de La Libertad (1-7-1921, p. 5) y entre los nuevos aficionados se encontraban Dalí, Buñuel, Gómez de la Serna (acuñador del término “jazbandismo”, memorable su aparición en público con el rostro embetunado), Antonio Moreno Villa o Edgar Neville, que utilizó el jazz para su relato “Los Smith (novela de Nueva York)”.

La Compañía del Gramófono publica discos a 78 rpm de Louis Armstrong, Don Redman o Duke Ellington, aunque según Alfredo Papo el jazz era un bien escaso en los catálogos. El propio Papo fue uno de los pioneros, junto a Radio España,  en radiar jazz desde la emisora Radio Barcelona durante la Segunda República.

Aparecen los primeros articulistas especializados, como Antoni Tendes, Sebastià Gasch o Joan Tomàs. Tendes, al decir de quien con más profundidad ha estudiado estas cuestiones (Jose María García Martínez, en Del fox-trot al jazz flamenco. El jazz en España 1919-1996. Alianza, 1996) fue el primer crítico de jazz en nuestro país. En 1934 aparece el primer número de Música Viva, revista especializada en jazz. Al mismo tiempo abre sus puertas en Barcelona gracias al empresario Pere Casadevall el Hot Club, primer club de jazz con audiciones, proyecciones y conciertos en vivo. El 29 y 31 de enero de 1936 ocurre algo prodigioso: el Hot Club organiza unos conciertos con el saxofonista norteamericano Benny Carter junto al quinteto parisino, con Django Reinhart y Stèphan Grappelli.

Durante los años de la Vicesecretaría de Educación Popular (1941-1946) de la que dependía la prensa y los espectáculos, el jazz sufrió una abierta persecución hasta el punto de llegarse a prohibir su difusión radiofónica. Aunque, como recuerda J. M. García Martínez no era infrecuente saltarse la censura bajo el eufemismo de programar “música moderna”. El impacto en el cine se ha perdido por desgracia, presente en los cortos Música muchachos (1941) y Ritmo en las ondas (1942) y el largometraje Melodías prohibidas (1942) de Francisco Gilbert, con música de Juan Durán Alemany. Desde la revista Primer Plano (27-10-1946, p. 5-7) encontramos una defensa de la estética del jazz en el artículo de Iquino titulado “Piernas y saxofones”.

A mediados de la década de los cuarenta comienzan a organizarse las orquestas, como la Orquesta Bizarros de Augusto Algueró o la Orquesta Plantación de Adolfo Araco. En cuanto al jazz vocal, supone la época de la consagración de vocalistas femeninas como la dominicana afincada en España Elsie Bayron, la cantante hot Rina Celi o Katia Morlands. Entre los cantantes masculinos destaca Harry Brampton y un virtuoso mallorquín llamado Bonet de San Pedro que tocaba clarinete, guitarra y vibráfono que sin embargo triunfó como vocalista con canciones inclasificables como “Raska-yú”.

La llegada de la orquesta del violinista judío Bernard Hilda al Ritz de Barcelona con su jazz suave muy chic con pinceladas de chançon francesa ejerció una gran influencia al incorporar acordeones y violines sobre el escenario. De las grandes orquestas se pasa al formato quinteto, como el Quinteto Nocturnos o el Quinteto Murillos.

A esto hay que añadir “los años del swing”, que tuvieron su foco de eferverscencia en el club Amaya instalado en el Paralelo barcelonés, bajo el influjo del éxito internacional de Glenn Miller, Benny Goodman, Artie Shaw o Harry James. Aquellos jóvenes y sus bailes acrobáticos seguían los dictados de la moda parisina de los terribles zazous, que incluso en Francia tuvieron que pasar a reunirse en la clandestinidad.

En el mismo  club Amaya se instaló a finales de 1946 un auténtico quinteto llegado desde Harlem formado por afroamericanos capitaneados por George Johnson. Este nuevo impulso lleva a la refundación definitiva del Hot Club barcelonés, a cuyas jam-sessions matinales acudía muy atento un joven invidente llamado Vicente Tete Montoliu.

En julio de 1947  el empresario Alfredo Matas abre un lujoso restaurante llamado el Copacabana. Contrata a la orquesta de Bernard Hilda, que cuenta con el saxofonista Don Byas. En una de las jam sessions en las que se permitía subir al escenario a los músicos locales Byas conoce a Tete Montoliu. De inmediato se convierte en su protector y le enseña los secretos del be pop, el nuevo estilo de vanguardia con Charlie Parker como punta de lanza. Poco después Tete funda el Cuarteto Be-Bop, pioneros en España y que estuvieron en activo hasta 1954.

En 1948 abre sus puertas el Hot Club de Madrid bajo el nombre de “Club de Música de Jazz”. Allí salen a relucir, gracias a la acción catalizadora del trompetista Joe Moro y el saxofonista Napoleón Zayas durante las jam sessions saxofonistas jóvenes importantísimos como el navarro Pedro Iturralde o el bilbaíno Vladimiro Vlady Bas.

A finales de 1950 los Estados Unidos deciden restablecer las relaciones con España, lo que supuso un empujón definitivo para la difusión del jazz en España. En febrero de 1951 el Hot Club barcelonés programa un concierto del gran trompetista Dizzy Gillespie. Habrá que esperar al 23 de diciembre de 1955 para que el maestro, Louis Armstrong & his All Stars, actuén por primera vez en nuestro país en el Hot Club con la colaboración del Club 49, grupo que aglutinaba diferentes ramas artísticas. De tal colaboración es fruto también el doble concierto de Lionel Hampton. A su vuelta en 1956 queda Hampton impresionado por Tete Montoliu. Tocan también en el Hot Club madrileño con un público enfervecido, lo que lleva a RCA Victor a publicar Jazz flamenco, un disco donde Montoliu participa en tres temas para quinteto.

Luego llegaría otra historia apasionante, cuando en Madrid abre sus puertas el Whisky Jazz en 1959 de la mano del empresario Jean Pierre Bourbon, abierto hasta 1971, y en Barcelona en 1960 hace lo propio el Jamboree por iniciativa de Joan Roselló y en activo hasta 1969. Gracias a estos locales en vivo se pudo ver y escuchar en España a Bud Powell, Dexter Gordon, Donald Byrd, Carmen Mc Rae, Grappelli, Gerry Mulligan en 1962 o Hampton Hawes en 1968, que llegó a grabar con Pedro Iturralde.

Junto con Bourbon, Tete Montoliu funda la revista Aria Jazz, que ambos codirigieron entre 1961 y 1969. Esta fue la más importante revista de jazz publicada en España hasta la fecha, donde aparecieron firmas luego famosas como la de Juan Carlos Cifuentes, “Cifu”, hoy galardonado con la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, Ebbe Traberg, Paco Montes o Albert Mallofré.

 

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