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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Los mejores discos del año: Pigmy y la cara oculta de la luna

Los mejores discos del año: Pigmy y la cara oculta de la luna
Álvaro Alonso el

1. Este año 2014 hemos podido observar la aparición de una new wave psicodélica de nuevo cuño, una nueva mirada a aquel momento de investigación y nuevos instrumentos que vino a coagular en el rock psicodélico y sinfónico de primeros setenta. El primero en mostrarnos de nuevo en 2014 “la cara oculta de la luna” fue Beck, con su disco de principios de año Morning Phase (Capitol, 2014), llamado a romper el hielo que envolvía este nuevo santo grial de la música contemporánea.

2. El último en llegar ya casi terminado el año ha sido Pigmy con su flamante nuevo disco, Hamsterdam (Hurrah!, 2014), el mejor exponente de la nueva psicodelia en nuestro país y uno de los pocos que superaría la prueba de colocarse ante una supuesta corte suprema en la que dictaran sentencia miembros de King Crimson, Genesis, Procol Harum, Lindsay Cooper, Soft Machine, Kevin Ayers, Matching Mole, Caravan, Family, It´s a Bautiful Day, Pink Floyd, PFM, Aphrodite´s Child, Nick Drake, The Beatles, Dire Straits, America, Nick Garrie, Brian Wilson, Solera o Vainica Doble.

Natural del Prat de Llobregat, Vicente Macià, alias “Willy”, de nombre artístico Pigmy, es un maestro de las armonías y las melodías capaz de revestir sin impostura sus canciones de orquestaciones clásicas. Tras su paso por el grupo Carrots y su emblemático primer disco Miniaturas, nos mantuvo en los últimos tiempos a todo el mundo en ascuas por las dificultades que ha tenido que ir sorteando hasta ver su magna obra publicada. Por fin y después de un laboriosísimo trabajo de edición y grabación en el que ha participado un cuarteto de cuerda (violines, violas y violonchelos) y tras incorporar una ingente cantidad de instrumentos acústicos, eléctricos y electrónicos, en las quince canciones del disco (oboe, flauta, mellotrón, hammond, tuba, clavicordio, trompeta, saxo, Moog, amén de guitarras eléctricas, bajo y batería), reaparece tras años de silencio como el máximo representante de esta new wave psicodélica que se ha abierto paso hasta los primeros lugares en las listas especializadas de todo el planeta, véase Uncut, Mojo, NME, Pitchfork, Paste o Rolling Stone.

El disco doble de Pigmy se titula Hamsterdam y ha sido editado en noviembre de 2014 con un cuidado verdaderamente artesanal gracias al sello Hurrah! Música, que acudió in extremis al rescate de una obra tan ambiciosa en el fondo como en la forma, impreso en formato doble vinilo y cedé, ambos de lujo, con un “artwork” que hace honor a lo de “trabajo artístico”, meticuloso y perfeccionista que roza la bendita locura del genio, a cargo de Óscar Sanmartín Vargas. Habrá alguien que dirá, con razón: “¿Pero es que alguna vez llegará este disco más allá del Pirineo?”.

Los críticos internacionales no se enteran ni se enterarán nunca de lo que ocurre en España. Pero si alguien les pasara una copia de Hamsterdam y les tradujera los hallazgos que pueblan las canciones inspiradas de Pigmy (como le ocurrió en su día a a Vangelis y su grupo Aphrodite´s Child), hallazgos como “Martillo al dedo”, “Me enamoré de una perra”, “Buscador de oro” “Pastor”, “Pan y Música”, “El gato y el ratón” o “Soldadito de plomo” de inmediato capturarían “su pequeño cuerpo de ratón” (Jack White no se puede decir que ocupe mucho más espacio que Pigmy) y se lo llevarían para allá, al panteón de los músicos ilustres.

Hay algo que hace a Pigmy estar en el ojo del huracán, formando parte de la tormenta perfecta codo con codo con los mejores músicos de la escena del folk-rock internacional: el interés por una mayor complejidad instrumental unido a un gusto por el costumbrismo de las pequeñas cosas, como si lo más insignificante y pequeño pudiera unirse a lo más grandioso que pudiéramos imaginar: “Nena, para y cuéntame / qué pasa en el frente, no oigo a la gente /Entra ahora y siéntate /Y dime qué has visto pues yo me despisto”. Muchos, muchos hallazgos en los versos de Pigmy, desde el oxímoron a la paradoja, siempre con metáforas sorprendentes: “Somos cometas sujetas a hilos de seda /alegres y un poco inquietas /respiré el azul del cielo / una estrella es nuestro suelo /el engaño, un pasatiempo”. “El Universo entero /cabía en mi costurero /cómo lo echo de menos / caramelos rancios y un botón”…

3. Este ha sido también el año en que hemos visto encumbrarse por méritos propios el trabajo explícitamente psicodélico ya desde el título Lost in the dream (Secretly Canadian, 2014) de Adam Granduciel y su banda The War on Drugs, con un long-play plagado de paisajes y atmósferas sónicas que se elevan con calma hacia un lugar intergaláctico donde planear en la ingravidez rodeados de miríadas de estrellas, meteoros y asteroides.

4. Por su parte el excompañero de Granduciel en The War on Drugs, Kurt Vile & The Violators ha elevado el listón del psych-folk a alturas estratosféricas con Wakin on a Pretty Daze (Matador, 2014), un disco de belleza incontestable.

5. Los ecos de la gran costa Oeste llegan con el disco firmado por una cantante folk tan arrebatadora como poco conocida, llamada Julie Byrne y su disco de debut, Rooms with Walls & Windows (Orindal Records, 2014), que nos hace soñar inmediatamente con Joni Mitchell desde la calma absolutamente increíble que transmite su voz y su música.

6. Pero hay más: Sean Lennon (el único hijo de John y Yoko Ono) junto a su compañera Charlotte Kemp ha firmado Midnight Sun (Chimera Music, 2014), el que consideran su primer disco realmente elaborado, bajo el nombre de The GOASTT, The Ghost of a Saber Tooth Tiger, un compendio de psicodelia enriquecida por la producción de Dave Fridmann (Tame Impala, Flaming Lips) que remite a la etapa más experimental de los Beatles y los primeros Pink Floyd. Lo gracioso es que el hijo de Lennon asegura que la buena de Charlotte nunca había escuchado “Strawberry Fields Forever” cuando se conocieron.

7. Hacia un lugar muy próximo, el club UFO londinense, mira con acordes fidedignos otro de los discos sorpresa del año, el de los ingleses Temples, que también gira en torno al astro rey en Sun Structures (Heavenly, 2014), una fusión tan ingenua como pretenciosa que sin embargo enamora al unir en estética los encantos de dos grandes mitos: T-Rex y Syd Barret.

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