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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Richard Fariña, el otro Dylan

Richard Fariña, el otro Dylan
Álvaro Alonso el

Richard Fariña, de no haber sido por aquella fatídica curva del Big Sur en las inmediaciones de Carmel-by-the-Sea a la vuelta de la celebración del veintiún cumpleaños de Mimi, la hermana pequeña de Joan Baez, tal vez hubiera llegado a alcanzar la gloria recorriendo camino junto a su querido amigo Bob Dylan. Podría decirse que Fariña es a Dylan lo que Buñuel a Lorca.

 Richard Fariña, de quien Dylan copió esa particular forma suya de entender la bohemia, fue reivindicado por el cineasta Spike Lee en el film 4 Little Girls. La película se inspira en la canción de Fariña «Birmingham Sunday», y relata la trágica historia de cuatro niñas —Dennis, Addie, Carole y Cynthia— víctimas de la explosión del 15 de septiembre de 1963 en Alabama mientras asistían a las clases dominicales en una iglesia que esperaba la llegada de Martin Luther King.

El culpable de la masacre fue prácticamente absuelto seis meses después con la bochornosa connivencia del gobernador George Wallace. Tuvo que reabrir la investigación el gobernador Bill Baxley mucho después, en 1977, para que Robert Chambliss, miembro del Ku Klux Klan, y sus tres cómplices, entraran en prisión y se hiciera de verdad justicia.

¿Pero quién demonios es Richard Fariña? Dick Fariña formó parte importante del movimiento folklorista de recolectores de canciones que irrumpió como un manantial subterráneo a ambos lados del Atlántico, y que atravesó como magma fluido la corteza del planeta enlazando San Francisco con el Greenwich Village.

Pese a su vocación primera como escritor, Richard Fariña se especializó en la utilización del dulcimer, un instrumento de cuerda propio del folklore de los Apalaches. Existe una grabación espléndida de Dick al dulcimer junto a Mimi a la guitarra cantando «Pack Up Your Sorrows» en el programa Rainbow Quest dirigido por Pete Seeger, auténtica biblia de bolsillo para los amantes del folk del 65-66.

Estamos en la legendaria Dobells Folk Records Shop: Bob Dylan graba en Londres para el sello 77 bajo el seudónimo de Blind Boy Grunt, junto a Eric Von Schmidt y Richard Fariña en 1964. Fue en aquel viaje por Europa cuando Dick conoció a Mimi Baez, la hermana de Joan, que contaba 17 años de edad. El padrino de bodas fue el extravagante escritor Thomas Pynchon, amigo íntimo de Fariña desde el invierno de 1958 en los tiempos de la escuela. 

La relación de ambos puede entreverse en la única novela escrita por Fariña: Been Down So Long It Looks Like Up to Me. La novela se tradujo al castellano en 2008 y fue editada por la editorial El Aleph bajo el título de Hundido hasta el cielo.

La luz sobre Richard Fariña se encendió cuando David Hajdu, profesor en Columbia, describió aquella maravillosa historia en Positive 4th Street, libro dedicado a la relación de Mimi y Joan Baez con Bob Dylan y Dick Fariña. El libro fue finalista en 2002 del National Book Critics Circle Award, pero no llegó a ser traducido al castellano.

Thomas Pynchon recuerda el fervor que mostraba Fariña por el jazz y el blues, además del folk, tanto negro como blanco, en los tiempos en los que el canon era Buddy Holly. Entre sus discos favoritos estaba Back Country Suite, de Mose Allison, y la versión inglesa de la ópera de tres peniques de Kurt Weill y Bertolt Brecht.

A Fariña, dada su mezcla de ascendencia irlandesa y cubana, le resultaba fácil bailar ritmos latinos en las fiestas, y le gustaba —recuerda Pynchon en su prefacio a la única novela publicada por Fariña— recitar a García Lorca, sobre todo soñar con lo que llamaban ellos «el caballo blanco de Lorca en lo alto de la montaña, sobre las verdes colinas», idealizando un universo español totalmente imaginario como haría también Leonard Cohen, Grace Slick, o el guitarrista del grupo Love Bryan MacLean. Pynchon y Fariña recreaban los diálogos de la novela Warlock, extraño wéstern de culto escrito en 1958 por Oakley Hall, en su esfuerzo por diferenciarse del resto. Richard se separa entonces de Pynchon y marcha a Nueva York a buscar empleo. Contrae matrimonio con Carolyne Hester, comienza a dar giras de conciertos, vive en París, en Londres, se divorcia y es cuando conoce a Mimi Baez. Se instalan en California, en Boston, y vuelta a California, a la pequeña e idílica Carmel.

«Hablé con él el día antes de que muriera. Acababa de salir su libro. Quedamos en vernos en L.A. en pocas semanas. La tarde siguiente escuché la noticia en una estación de radio de rock and roll. Había ido conduciendo en la parte de atrás de una motocicleta por Carmel Valley Road. Cuando la velocidad recomendada eran 35 millas, ellos iban a más de noventa según estimaciones de la policía, y no pudieron tomar la curva».

Son pocas las grabaciones que Fariña dejó en vida. Tres de larga duración, el último póstumo y el primero de hermoso título, Celebrations for a Grey Day, para Vanguard. Y un puñado de canciones gloriosas, entre las que destaca «Reno Nevada», una canción que muestra la desolación del jugador que lo ha perdido todo y debe volver a casa.

«Reno Nevada» fue inmediatamente adoptada como un clásico, desde el momento en el que Fairport Convention ejecutara en 1968 aquella erizada y extensa versión eléctrica durante su actuación en el show televisivo francés Bouton Rouge, un verdadero documento histórico. Esto ocurrió unos meses antes de la incorporación de Sandy Denny, y por lo tanto aún con la voz femenina de Judy Dyble. Pueden verse en primerísimo plano los dedos mágicos de Richard Thompson, posiblemente uno de los más creativos guitarristas británicos de todos los tiempos. Ian Matthews publicaría pocos años después, en 1971, dos temas de Fariña, «Reno Nevada» y «Morgan The Pirate», en su memorable Lp If you saw thro´my eyes.

De Richard Fariña apenas si nos ha llegado la punta del iceberg de lo que pudo ser y no fue. El entusiasmo y la alegría de vivir que despliega su biografía es arrebatadora. «¿Tan grande como Dylan dices?». Tal vez no había lugar para los dos y la diosa fortuna lanzó la moneda al aire. Al dejar de girar como una peonza, en la moneda la suerte dio cara.

 

 

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