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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Tres canciones para… amar en la butaca de un cine

Tres canciones para… amar en la butaca de un cine
Álvaro Alonso el

Iba a escoger la escena del tren de Risky Business por Rebecca de Mornay, pero me veo incapaz de escribir nada ni sobre Tom Cruise ni sobre el batería calvo más famoso de la historia, que suena de fondo un minuto interminable antes de que tome la escena Tangerine Dream.

En su lugar, comenzaremos con Robert Rodriguez y Salma Hayek en Abierto hasta el amanecer,  con serpiente pitón, brazalete y poco más, solicitando sumisión a Tarantino ante un entusiasmado George Clooney. Suena Tito & Tarantula y la canción “After Dark”. Las butacas de la última fila del cine comienzan a chirriar.

 

Llegan extraños ruidos desde la parte de atrás cuando empieza a sonar “Knockin´on Heaven´s Door” de Bob Dylan. Alguien está llamando a las puertas del cielo, y no es el Sam Peckinpah de Pat Garret y Billy The Kid, precisamente. Ni Dylan tampoco, al menos en 1973.

La pareja del fondo, la escena del río se la están perdiendo, pero no importa, han visto esta película decenas de veces. Las butaca ha quedado encima de sus cabezas. Han tocado suelo. Con tan poca luz cuesta encontrarse. Pero es tan romántico.

 

 

Y llega el momento en que aparece el fogonazo de la linterna. Es el temible acomodador. Se oye un grito ligero. Como desperezándose, vuelven a encajar los cuerpos en las butacas lentamente. Respiran hondo, y al compás de “Young Americans” de David Bowie adelantan filas y toman el pasillo visualizando la pantalla gigante, plagada de imágenes en blanco y negro.

Son los créditos finales de Dogville de Lars Von Triers. La película ha terminado. El fin de semana que viene comprarán entrada otra vez para la sesión continua en el cine en busca del aire acondicionado, que empiezan a apretar los calores.

 

 

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