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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

R.E.M., el sueño hecho realidad

R.E.M., el sueño hecho realidad
Álvaro Alonso el

Qué decir de R.E.M., para muchos la banda de su vida. Pues que Michael Stipe puede mirar hacia atrás con orgullo. Creo que han llegado mucho más lejos de lo que nunca pudieron soñar aquellos jóvenes salidos de una pequeña ciudad universitaria como es Athens, Georgia.

La historia la sabemos todos, cómo Michael era un buen estudiante de artes que conoce a Peter Buck, un fanático de los discos de los sesenta, y montan un grupo sin más pretensiones en los años del College. Sacan el primer EP, y “Radio Free Europe” comienza a sonar en las emisoras americanas equivalentes a la liga universitaria de Baloncesto, antesala de la NBA.

Sus primeros LPs, los más queridos por parte de sus fans, van creando un estilo personal que los diferencia del resto de bandas dentro de lo que por aquí hemos venido en llamar nuevo rock americano, un movimiento que aglutinaba a bandas tan diversas como The Dream Syndicate, The Long Ryders o 10.000 Maniacs.

La clave del éxito de R.E.M., catapultados por encima del resto de sus compañeros de navegación, reside en su personalidad única como grupo, en la voz y el carisma de su cantante, y en la sabiduría para recrear la historia del rock, la psicodelia, el garage y el pop de su guitarrista Peter Buck.

Hay además una capacidad de trabajo, de omnipresencia constante en los años de esplendor de los R.E.M., que explica su salto uniformemente acelerado hacia delante, su crecimiento personal y artístico, explorando nuevos caminos sin perder un carril estrecho que ha hecho de ellos un grupo reconocible desde los primeros acordes en cualquiera de sus canciones. A esto yo añadiría un gran gusto musical cercano al espíritu teenager, de seguidor y admirador de sus héroes -ya se llamen Roky Erickson, Patti Smith o Richard Thompson- incluso cuando ya, de hecho, los héroes de la película eran ellos. Siempre me ha dado la sensación de que incluso cuando por fin llegaron a llenar estadios, ni siquiera se habían dado cuenta de que ahora los héroes no eran otros sino ellos.

El éxito de R.E.M. para el gran público vino en 1991 con la canción “Losing  My Religion”, algo así como “perdiendo la paciencia”, lo que todos hemos sentido alguna vez al enamorarnos de alguien que te está diciendo claramente con los ojos que no tienes nada que hacer, que no insistas. Es además algo tan simple musicalmente como el ensayo de un Peter Buck aprendiendo a tocar la mandolina que acababa de comprarse. Pero estos ingredientes tan sencillos son los que pueden algunas veces generar una canción universal. Es la grandeza del pop.

Cuando dentro de unos días, en este mes de junio, Peter Buck, junto a Robyn Hitchcock -ex líder de los cambridgeanos The Soft Boys- & Venus 3 pisen los escenarios de algunas localidades españolas no faltará alguien que pida, aunque no esté Michael Stipe, “Losing My Religion”. Es inevitable. Y, ¿porqué no? Pedir “Louie Louie” de Richard Berry o “Losing My Religion” de R.E.M. se ha convertido a estas alturas de la película en un acto equivalente.

Como uno pudo ver a los R.E.M. en la plaza de toros de las Ventas, puede desde entonces dormir tranquilo. Poco tiempo después, decidirían separarse. Pero no han parado de trabajar desde entonces, cada uno con lo suyo. Será el espíritu teenager, por más que Michael se empeñe -como decían de Julio Cortázar- en mostrar un aspecto maduro e incluso avejentado que oculte su eterna juventud.

Tal vez no sean la mejor banda de rock de la historia, pero para muchos R.E.M. es más que eso, porque es la banda de su vida. Y todos sabemos que la historia personal, la que has visto y sentido, es mucho más importante que la otra, la escrita con mayúsculas.

 

 

 

 

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