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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Me tienes de rodillas, Layla

Me tienes de rodillas, Layla
Álvaro Alonso el

Si no fuera por un físico, matemático e ingeniero de sonido llamado Tom Dowd la historia del rock se habría escrito de otra manera. “Layla”, la canción más famosa firmada por Eric Clapton, habría sido una simple balada romántica sin más.

Pero llegó Tom Dowd en 1970, y puso en contacto a Eric Clapton con Duane Allman, sabiendo de su veneración mutua. Estos se hicieron amigos y entraron a grabar “Layla”, canción dedicada por Clapton a la chica de George Harrison, Pattie Boyd, de quien se había enamorado como un tonto, y con la que triunfalmente conseguiría casarse unos años más tarde.

No se cortó Clapton a la hora de declararse. Lo hizo a lo grande. Y Duane Allman puso toda la carne en el asador. La relación entre los dos tocando la guitarra echaba chispas, como recuerda Tom Dowd. El estremecedor riff de guitarra con el que se abre la canción, uno de los más famosos si no el que más de la historia, es creación de Duane.

A partir de ahí, Tom Dowd hizo un trabajo con las pistas de grabación sencillamente magistral. Utilizando las guitarras de Clapton y Allman simultáneamente obtuvo un resultado que parece todavía hoy un cohete propulsado con la energía de un Big Bang moviéndose a una velocidad directamente proporcional al cuadrado de la distancia.

Aún hay más. Clapton se encontró días después con Gordon en una de las salas de los estudios tocando una sencilla y tierna melodía al piano. Se quedó prendado de aquello y le pidió a Gordon permiso para fundir aquella pieza con la suya en una sola canción. Gordon asintió, y el resultado fue “Layla”, en sus siete minutos, mutando desde la energía desbocada del principio, su reverso romántico, y una síntesis de piano y guitarras en su fase final, convirtiendo aquella canción de rock en una pequeña obra maestra.

Duane Allman, quien ha confesado que su secreto para la improvisación nació ni más ni menos que del descubrimiento del estilo de John Coltrane, sobre todo a raíz de la aparición de A Love Supreme, murió muy joven, dejando su banda en una encrucijada de la que sin embargo pudieron salir con notable dignidad.

El mérito se lo llevó Clapton con razón, ya que la canción, llena de desgarrado romanticismo, nació de su pluma y su guitarra. Pero sin Allman, sin Gordon y, sobre todo, sin ese gigante llamado Tom Dowd, simplemente no tendríamos “Layla” y el espacio exterior se habría privado de una de nuestras pequeñas maravillas con minúsculas.

 

El propio Tom Dowd da una clase magistral de cómo se montaron las pistas de “Layla” en este video que puede ayudarnos a entender el lenguaje de la música de rock y de paso entender también por qué Eric Clapton lo pasa tan mal cuando tiene que interpretar esta canción, concebida y hecha en estudio como un trabajo entre la orfebrería y la alquimia, y no pensada para ser interpretada como tal en directo. En las versiones en acústico se nota que Clapton se lo pasa mejor con “Layla”.

 

 

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