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La formación integral de una persona trasciende el plano intelectual

Pilar Quijada el

Javier Esteban Salcedo / foto: Belén Díaz

Nuria Martín Piris, 42 años, Doctora en Ingeniería de Materiales, Ingeniera Superior Aeronáutica, Licenciada en Ciencias Empresariales y en Historia del Arte.  Actualmente es Profesora de la Escuela Superior de Ingenieros Técnicos Aeronáuticos de la UPM. Además de todo eso jugadora de fútbol, exárbitro de 3ª División Nacional de Fútbol Sala y actualmente árbitro de futsal en Escuelas Católicas de Madrid (ECM). Tras leer esto afloran solas las preguntas, no necesitaríamos entrevistador esta semana. A bote pronto:

-¿Cómo se puede haber estudiado tanto en tan poco tiempo y además haberse dedicado al deporte con tanta diversidad?

-La verdad es que dicho así, del tirón, impresiona un poco, pero no es la percepción que yo tengo. Desde que era pequeña, aprender nunca ha sido una obligación en mi caso, sino un modo de disfrutar de parte de mi tiempo libre. Lo que sí he tenido siempre claro es que la formación integral de una persona trasciende el plano intelectual y debe alcanzar otros muchos aspectos que muchas veces sólo pueden desarrollarse dentro de un equipo de trabajo (por ejemplo, también colaboro con la ONG Zona Internacional). Para mí ha sido una necesidad vital hacer deporte, y además deporte de equipo, no sólo por los beneficios físicos que conlleva, sino por todo lo que me ha aportado la convivencia con mis compañeras, y el esfuerzo, las alegrías y las frustraciones compartidas. Siempre a nivel no profesional, es cierto, lo que no exigía tanto tiempo ni esfuerzo, y me permitía compaginarlo con el estudio y otras actividades. En la universidad era de las que se saltaba clases para ir a jugar una pachanga con mis compañeros, y llevo casi quince años entrenando y jugando al fútbol-sala con mis alumnas. Fue hace unos años, cuando como jugadora empecé a aportar más experiencia que juego o calidad, cuando decidí hacerme árbitro, de forma totalmente fortuita, porque en realidad estaba decidida a hacerme entrenadora para seguir vinculada al fútbol-sala, pero Rosana, una mujer con más agallas que yo, me convenció de que tenía futuro en el arbitraje y le estoy muy agradecida por ello.

-¿Qué les aconsejarías a los niños y niñas de esta competición en lo referente a compaginar deporte y formación?

-Les diría que nunca olviden que hay tiempo para todo. Si en cada momento ponemos el 100 por 100 en lo que hacemos, los días se hacen más largos por arte de magia. La vida es un proceso continuo de aprendizaje, y a parte de convertirse en buenos profesionales el día de mañana, hagan lo que hagan en la vida, lo más importante es formarse como persona. El deporte, al nivel que ellos sean capaces de practicar, les va a permitir descubrir aspectos de sí mismos, y desarrollar otros, que les convertirán en el adulto de mañana. El valor de la amistad, apoyar a una compañera que se encuentra mal, renunciar a jugar minutos para que otra persona menos dotada pueda formar parte activa del equipo, sentirse parte de un proyecto común, llegar a casa cansada y dolorida pero con una sonrisa porque habéis perdido 10-2 pero has marcado un gol, es tan importante como aprender lengua o matemáticas. O incluso más.

¿Qué hace una mujer en un mundo tan masculino como es el del fútbol, tanto de jugadora como de árbitro?

Afortunadamente, en los últimos 15 años ha aumentado el número de chicas que practican tanto fútbol como fútbol sala. Ya nadie se extraña cuando una niña les dice a sus padres que quiere apuntarse a un equipo de fútbol, y eso es muy positivo, porque el deporte no entiende de sexos, ni edades, ni religiones, ni nacionalidades… Es un pequeño paso, pero un paso al fin y al cabo, hacia la total normalización de la sociedad. Por desgracia, no se puede decir lo mismo en el mundo del arbitraje. En la Comunidad de Madrid, debe haber aproximadamente una mujer árbitro de cada 100. Yo nunca me he planteado si es una actividad “apropiada” o no para una mujer, simplemente quería hacerlo y no me paré a mirar ese tipo de aspectos: simplemente, arbitran personas. Hombre, reconozco que ir a unas pruebas físicas donde eres la única chica, y además te hacen salir 200 metros por delante de todos tus compañeros, como si estuvieras haciendo de liebre, resulta extraño la primera vez, pero después pasa a ser lo normal. 

-¿Qué trato recibes, hay misoginia?

-En absoluto. Entre mis compañeros, tanto árbitros y cronometradores, como la gente que dirige la Federación Madrileña, o ahora en ECM, se me ha tratado siempre con el máximo respeto, incluso con aprecio y cariño. Jamás me he sentido perjudicada o marginada frente al resto de árbitros, más bien todo lo contrario. Siempre he pedido ser tratada igual que el resto de mis compañeros, no me gusta la discriminación positiva, y creo que en general ha sido así, aunque es inevitable que al ser pocas mujeres, a veces la única, te cuiden un poquito más. Respecto a los jugadores y entrenadores, la tónica general es muy positiva. Es inevitable encontrar gente que no sabe comportarse, como en tantos otros momentos de la vida, pero salvo muy contadas ocasiones, me protestan lo mismo que al resto de mis compañeros (seguro que muchas veces con razón…), y me respetan bastante, probablemente por ser mujer. No te voy a negar que me hayan mandado muchas veces a fregar, y me han dicho todo tipo de lindezas no reproducibles, pero siempre desde el público. Por suerte, ese comportamiento no me afecta; soy consciente de que muchos espectadores utilizan la descalificación como vía de desahogo, e insultar a un árbitro muchas veces no es más que una forma de expulsar frustraciones personales, ayudados por el anonimato y animados por la masa. Cara a cara jamás nos dirían cierto tipo de cosas, porque no las piensan, y porque saben perfectamente que mi madre no tiene la culpa de que yo me haya comido un penalty. De todos modos, prejuicios hay, y muchas veces cuando ven llegar una mujer dan por sentado que no vas a hacerlo bien. Cuando acaba el partido te miran sorprendidos porque hace un rato que olvidaron que el silbato lo llevaba una mujer y confiesan que no esperaban un arbitraje así. Sólo por esto me gustaría que hubiese más chicas que se animaran a traspasar una barrera que en realidad no existe.

-¿Por qué has decidido arbitrar en ECM después de tener tan dilatada experiencia y elevado nivel en federación?

En Federación aprendí a arbitrar, crecí como persona y conocí a gente maravillosa. Alcancé la máxima categoría en la que podía arbitrar por mi edad y, desgraciadamente, el año pasado tuve que descender de categoría al cumplir 40 años. De algún modo, sientes que se cierra una etapa de tu vida, y conocer el proyecto de ECM me dio un impulso y una motivación nuevos. Comparto la apuesta decidida de ECM por la formación en valores que la práctica del deporte en equipo puede transmitir a nuestros chicos. Nunca debemos olvidar que son el futuro. Siendo como soy docente, supongo que el lema “Jugamos enseñando, enseñamos jugando”, fue irresistible… Me gusta pensar que aporto mi granito de arena cada vez que salgo al campo y los niños se miran diciendo “¡es una chica!”, y el partido es absolutamente normal y esa es la última vez que se sorprenden de que no sea un hombre quien les arbitre.

-¿Qué aspectos diferentes encuentras en esta competición respecto a la federada?

-Mi experiencia personal es que el nivel de educación y respeto de jugadores, entrenadores y público, es mucho mayor que en los partidos de Federación, e infinitamente superior que en competiciones municipales. Los equipos están más centrados en jugar, divertirse y hacerlo bien, que en cargar culpas contra el árbitro. Posiblemente tenga que ver con la educación que reciben en sus colegios, y también con una aproximación diferente a la competición: lo importante no es sólo ganar. Las medidas que los organizadores han ido adoptando para fomentar comportamientos más racionales y exclusivamente deportivos, están dando su fruto. Además, que un árbitro, sobre todo si es joven y se está formando, pueda ir a un partido relajado, sin sentirse el centro de atención y blanco de todas las críticas, contribuye en mejorar su labor y su aprendizaje. Por último, en la Federación me sentía parte de un equipo (muy bueno) de trabajo. En ECM me siento parte de una gran familia.

¿Qué motivaciones encuentras para arbitrar, ya que por lo expuesto en la introducción intuyo que no deben ser económicas?¿Podrías argumentar un razonamiento, como buena científica, que desmonte la leyenda urbana de que los árbitros son peseteros? 

A todos los árbitros que conozco nos mueve lo mismo: el amor por un deporte al que no queremos darle la espalda y del que nos gusta formar parte, de un modo u otro. Es la misma motivación que puede tener un delantero, un portero, un entrenador o un auxiliar, es decir, levantarte por la mañana, pisar un campo de fútbol y disfrutar de un partido, bueno o malo. Yo vivo los partidos como si los estuviera jugando, y al mismo tiempo, tengo la oportunidad de colaborar en que todo discurra de la forma más correcta y justa posible, y al terminar el partido los jugadores puedan darse la mano sin rastro de cualquier rencilla que haya podido tener lugar diez minutos antes. Para nosotros, eso es un pago más que suficiente. La leyenda urbana supongo que nace del hecho de que, efectivamente, los árbitros profesionales de fútbol en Primera y Segunda División están bien pagados. Pero el fútbol amateur es otra cosa. Sólo puedo decir que me levanto a las 6:30 de lunes a viernes, y me cuesta un horror salir de la cama. Y cuando llega el sábado, y vuelve a sonar el despertador a esa hora, porque tienes que estar en un campo a las 8:30 de la mañana, a 50 kilómetros de tu casa, por lo que te pagan la gasolina del trayecto, me levanto de un salto y se me olvida hasta el dolor de cabeza. No sé si es una demostración empírica de que no nos mueve el dinero, inexistente a estos niveles, pero es una verdad que sólo los que amamos el arbitraje no profesional conocemos y entendemos.

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Pilar Quijada el

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