Sandra Serrano
José María Aparicio, conocido cariñosamente por “Apa” impartió el fin de semana pasado el Curso de Árbitros de Voleibol en la sede de Escuelas Católicas de Madrid (ECM) como en otras ocasiones. Como árbitro de la Federación Madrileña (FMVB) lleva muchos años desarrollando su labor, diez de ellos en 1º División Nacional; en su currículo también destaca su participación en Campeonatos de España de clubes y Selecciones Autonómicas y en varios torneos clasificatorios del circuito nacional de vóley-playa. Además ha sido juez de línea en competición europeas de clubes y encuentros de la Selección Española (masculina y femenina) hasta alcanzar uno de sus momentos de mayor reconocimiento profesional en la Liga Mundial 2002.
– ¿Cuántos años han pasado desde la primera vez que hizo sonar el silbato? ¿Por qué se decidió por el arbitraje?
Veinticinco años. ¿El motivo de arbitrar? Haber practicado este deporte en mi adolescencia y retomar una actividad que me gustaba de joven y no practicada de manera federada en su momento por temas familiares y personales.
– No es la primera vez que está al frente de este curso, ¿ha cambiado la metodología con respecto a ponencias anteriores?
La base, en cuanto a cómo impartir el curso, siempre es la misma. Lo que ocurre es que los tiempos y las tecnologías evolucionan y procuro ir adaptando mi sistema de enseñanza del voleibol a las circunstancias del momento. Sobre todo porque he comprobado que el alumnado es más receptivo a todo aquello que percibe en formato audiovisual que a la mera explicación de la teoría a través de un reglamento entregado en papel.
– ¿Qué le parece la organización del curso en cuanto a la distribución de las horas, el lugar de realización, material, etc.?
Adecuada para el tipo de competición que se desarrolla en ECM. Si bien encuentro conveniente la ampliación del número de días y reducir la carga lectiva por jornada con el fin de ampliar algunos temas que luego generan problemas a los árbitros, sobre todo noveles.
– Según su experiencia, ¿qué rasgos de la personalidad destacan en un buen árbitro?
Un árbitro debe: “Saber estar”. Quizás sea un poco difícil de entender en pocas palabras esta frase pero el resumen para su comprensión puede ser: honestidad, buen trato a jugadores, responsables de clubes y equipos, estricto en la medida de lo posible en sus enjuiciamientos y sobre todo una capacidad camaleónica de adaptarse al tipo de liga, competición o evento donde tenga que intervenir.
Otro aspecto que define a “un buen árbitro” es el hecho de que la sola designación del mismo para un encuentro, que ésta sea conocida por los equipos genere ese halo de tranquilidad que un profesional respira desde que entra en la cancha de juego y contempla como los equipos se preocupan sólo de desarrollar su juego y no están pendientes de las decisiones arbitrales de quien las toma.
– Los aspirantes son evaluados mediante una prueba teórica divida en dos partes: un examen de 60 preguntas, un ejemplo práctico para rellenar un acta y la asistencia obligatoria a la visualización de un partido real. ¿Considera suficiente esta evaluación o considera necesaria alguna otra prueba?
Para comenzar, la parte teórica es suficiente porque el examen siempre va en torno a lo que se comenta durante el curso y se reitera en ciertos aspectos que son fundamentales para arbitrar. Desde el punto de vista práctico el visionado de un encuentro desde una grada y hacer un acta, es muy difícil. Incluso para mí en mis primeros momentos lo fue dado que debía presentar después de mi examen de actas, otra más en la que tenía que visionar un partido internacional donde hay muchas facilidades de tablillas, juego rápido, etc. Lo importante después de un curso arbitral es hacer un seguimiento por las diferentes canchas de los árbitros tanto noveles como veteranos y corregir errores sobre la marcha e incluso hacer reuniones técnicas durante la temporada para evitar problemas antes de que se lleguen a las fases finales.
– Los árbitros con más de dos años de experiencia también acuden al curso de árbitros, ¿está de acuerdo con esta medida?
Desde el punto de vista arbitral, y nuestra experiencia federada, entendemos que los árbitros ya formados deben mantener reuniones técnicas aparte de los cursos con el fin de recibir sólo las actualizaciones convenientes que se suelen producir anualmente y deben servir para resolver dudas en casos concretos sobre normativa, cambios de reglamento e incluso sobre las incidencias que se han producido durante toda la temporada anterior. Otro tema es su posible aportación apoyando a los árbitros noveles durante el inicio de las competiciones.
– La Liga de Escuelas Católicas de Madrid es, principalmente, deporte escolar, ¿cuáles son las diferencias entre arbitrar unas categorías u otras?
El deporte escolar en ECM es un deporte de formación. Con lo cual el árbitro debe ser más un educador que un juez. Además el fomento del deporte es fundamental y la labor del árbitro debe ser la de corregir de una manera adecuada y explicar, si es preciso, sus decisiones durante los encuentros con el fin de que los equipos mejoren técnicamente. Generalmente, el deporte escolar es el vivero donde se nutren los equipos federados y no suele haber grandes diferencias entre unas competiciones y otras.
– Según el refrán “la experiencia es un grado”, ¿cuál sería su consejo para los árbitros noveles?
Ante todo que tengan paciencia porque ser árbitro es un reto muy difícil y no todo el mundo vale para ello. El nerviosismo interno jamás se pierde, incluso entre los veteranos aunque muchos digan lo contrario. Y lo más importante: hay que intentar que el público en general, jugadores, entrenadores y directivos no les vean llegar a las canchas con miedo a la hora de dirigir un encuentro. Y para eso hay técnicas que suelo sugerirles durante el curso.
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